
El Mar Menor sufre un "desequilibrio ambiental" provocado, en gran medida, por las entradas de agua dulce con elevadas concentraciones de nitratos y fosfatos. Durante el año 2022, en la laguna salada desembocaron un total de 26,5 hectómetros cúbicos de flujos contaminantes, de los que 7,5 procedían de avenidas (también denominadas crecidas), una decena del acuífero y el resto (9,02) del régimen ordinario (uso cotidiano), según el informe publicado por el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco), tomando como referencia el año 2022.
Esta cantidad de agua, ha vertido en el Mar Menor 3.580 toneladas de nitratos, y 19,7 de fosfatos. La entrada de nitratos fue más elevada al recibir altos caudales ligados a avenidas que procedían de las ramblas. La de El Abujón aporta más carga en régimen ordinario, mientras que las ramblas del norte y de Miranda son más dañinas cuando hay crecidas provocadas por las lluvias torrenciales.
La infiltración de fosfatos, provenía principalmente de avenidas y escorrentías por arrastres de cultivo y lavados de suelos, que concentran altas cantidades de fertilizantes orgánicos y balsas de purines. Otra entrada de fosfatos está vinculada a las ramblas mineras que desembocan en la laguna. "Proceden de mineralizaciones secundarias, altamente solubles", apunta el informe.
El documento recoge que durante el ejercicio anterior, entraron en la laguna salada un total de 7,5 hectómetros cúbicos de agua superficial con una carga contaminante de 18,5 toneladas de fosfatos y 456 de nitratos. En flujo base entraron 9 hectómetros, con 0,8 toneladas de fosfatos y 1.194 de nitratos.
El informe apunta que, en la situación actual, las ramblas transportan un caudal permanente en desembocadura debido a "la elevación del freático", especialmente del acuífero cuaternario. En él también se destaca que existe un "regadío intensivo" en la zona y que la infiltración es debida a la precipitaciones y los entorno de riego, así como a un aumento de la recarga al acuífero y una elevación de niveles piezométricos.
En el mismo sentido, hace referencia a la extracción de aguas subterráneas mediante sondeos profundos para captar acuíferos inferiores, lo que conlleva a la contaminación entre acuíferos. Según la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), la recarga media por precipitaciones es de 48 hectómetros cúbicos al año, y la infiltración por retornos de riego es de 18,2.
El estudio y análisis ha sido posible gracias a los datos obtenidos por el análisis de los aportes de fósforo en la laguna que Miteco contrató, junto a la Oficina del Mar Menor, a inicios del año. Este costó 55.000 euros y permitió avanzar en los conocimientos sobre situación desfavorable de la laguna. Esta información sobre los flujos y nutrientes es fundamental para las medidas que se están aplicando a través del Marco de Actuaciones Prioritarias del Ministerio, así como de las actuaciones que competen al Gobierno regional.