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Cospedal saca músculo y abarrota el coso de Toledo con más de 12.000 personas

No cabía ni un alfiler. La plaza de Toros de Toledo se quedó pequeña para arropar a Cospedal en su acto de fuerza más importante.

No cabía ni un alfiler. La plaza de Toros de Toledo se quedó pequeña para arropar a Cospedal en su acto de fuerza más importante.

No ocurría desde 1995, y nunca con tanta gente: la plaza de Toros de Toledo, corazón de Castilla-La Mancha y sede del Gobierno de José María Barreda, se convirtió en el nuevo símbolo del Partido Popular, que -con todas las encuestas a su favor- aspira a que su candidata en la región, María Dolores de Cospedal, se convierta en presidenta el próximo veintidós de mayo.

Más que un grito, lo escuchado en voz de los más de 12.000 simpatizantes y militantes que participaron en el acto, pareció un rugido. Un bramido ensordecedor que hizo honor a "la sed de urnas" de la que habla Mariano Rajoy. Nueve mil personas en las gradas, tres mil en la arena y otras tantas en los accesos dieron como resultado un número de congregados "jamás visto" en Castilla-La Mancha, a ojos de varios asistentes.

Con su familia y el presidente del PP, que en toda la legislatura hizo de esta región su principal destino, Cospedal se hizo querer por un público entregado: "¡Presidenta, presidenta!", se coreó sin cesar. "Tú si que vales, tú si que vales", le dedicaron. Sin embargo, hubo otro protagonista, éste mucho menos deseado: "¡Zapatero, dimisión!", fue el segundo grito de guerra, junto aún "a por ellos, a por ellos".

En su discurso, constantemente interrumpido, la candidata popular se acordó de alguien más: "La culpa es de Zapatero yBarreda, Barreda y Zapatero", afirmó. Previamente, su número dos, Vicente Tirado, acusaba al jefe del Ejecutivo autonómico de ser aún más dañino que "el peor presidente de la democracia". El público respondió a estas críticas con un tercer grito, en clave autonómica: "Barreda, dimisión", se pidió por varias ocasiones, junto a un "no queremos más mentiras la la la".

Amenazaba lluvia, y de ahí que la organización llegara a repartir chubasqueros, pero lo cierto es que los miles de asistentes, congregados de todos los puntos de Castilla-La Mancha, tuvieron que aguantar bastante calor ante un imponente sol que molestó en más de una ocasión a Rajoy, hoy convertido en segundo plato.

"Este acto se recordará por mucho tiempo en Toledo, en Castilla-La Mancha y en toda España", aseguró el jefe de la oposición, que hizo de su intervención un alegato por "el cambio político" en el que excluyó, una vez más, cualquier mención a la política antiterrorista del Ejecutivo central.

"No vamos a entrar en las insidias", exclamó, a modo de receta para el resto de dirigentes. Mentó a Rodríguez Zapatero, pero sólo para meter en el dedo en la llaga: sólo va a "una parte" de España y "para echar la culpa al PP".

No obstante, para Rajoy "los vientos de cambio" son ya imparables, y más "en esta tierra de molinos". Una región que brindó a Cospedal su acto de fuerza más importante desde que es líder del PP. Sólo José María Aznar logró llenar la plaza, dieciséis años antes. "Sí, sí, sí, el cambio ya está aquí", se despidió la nube de personas congregadas, convirtiendo a la ciudad imperial en icono de los populares.

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