Tras el inciso que hizo en Vitoria, donde impregnó su discurso de referencias a ETA sin criticar expresamente al Gobierno socialista, Mariano Rajoy volvió a abrir su libro por el capítulo que más le gusta, el de la situación económica.
El de hoy, en pleno ecuador de la campaña, era un acto de fuerza en una ciudad, Zaragoza, en la que los populares se juegan mucho. Tanto como que la presidencia de Aragón recaiga en Luisa Fernanda Rudi. Más de 12.000 personas clamaron por el cambio a nivel regional y nacional, y a ellos el líder del PP arengó con su recetario habitual y prometió pilotar lo que denomina la regeneración nacional.
Sin embargo, de Rajoy hoy se le esperaba un gesto, al menos un guiño, a las víctimas del terrorismo, una vez se concentran en la madrileña plaza República Dominicana para mostrar su indignación porque Bildu pueda concurrir en las elecciones.
En la víspera, el jefe de la oposición les dijo que debían de estar tranquilas porque, si él es presidente, ETA no estará en los organismos públicos. Pero hoy les ha privado de cualquier mensaje de aliento, y solamente María Dolores de Cospedal hizo una breve mención, forzada en parte porque compartía atril en Cuenca con el ex presidente del Gobierno, José María Aznar.
Los que sí que recordaron a las víctimas, y además promocionaron la participación en el acto de protesta, fueron el propio Aznar, junto a Esperanza Aguirre y Jaime Mayor Oreja. El tridente de la firmeza, les denominó este sábado un miembro del aparato. Los tres coincidieron, además, en culpar al Ejecutivo de que ETA vuelva a estar presente en las instituciones.