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Rajoy espera su mejor resultado electoral pese a una campaña plana

Fin de una campaña previsible, con un Rajoy de perfil que sólo atacó al Gobierno por la situación económica. Aguirre y Aznar le dieron emoción.

Fin de una campaña previsible, con un Rajoy de perfil que sólo atacó al Gobierno por la situación económica. Aguirre y Aznar le dieron emoción.

El Mariano Rajoy más centrado. El más moderado. El más de perfil. Y, pese a todo, con las mejores perspectivas electorales de la historia del Partido Popular. Ni el movimiento anti-sistema del 15-M provocará -según los sondeos- una alteración en la intención de voto.

 

Acaban quince días de campaña en la que el discurso del jefe de la oposición no ha virado desde el primer al último día. Sólo habló en Vitoria y Pamplona de la incursión de Bildu en los comicios -sin atacar al Gobierno, eso sí- y de las concentraciones de Madrid y otras ciudades -para apostar por la democracia y pedir a los jóvenes que si quieren una España mejor voten al PP el domingo-.

 

Una campaña sosa y sin sobresaltos, como le gustan a Rajoy. El insulto de “bellacos” por parte de José Luis Rodríguez Zapatero le dio el gancho perfecto para arengar a los suyos en cada mitin, recordando cada uno de los recortes del Gobierno. “Zapatero, dimisión”, se jaleó en cada una de las plazas visitada, una por cada comunidad autónoma.

 

El objetivo, por descontado, es que las elecciones autonómicas y locales sean la antesala del cambio a nivel nacional. Todo tiene una lectura nacional, y Rajoy no lo ha disimulado. La palabra más utilizada ha sido “cambio”, y es que el líder de los populares promete luz al final del túnel si él se convierte en el próximo inquilino de La Moncloa. Está convencido de que a la tercera va la vencida.

 

Ante un Rajoy asesorado y vendido a las estrategias, para buscar un poco de vibración electoral hubo que recurrir a los de siempre; a un recuperado José María Aznar -al que, en su periplo, se le pidió con énfasis que volviera a la primera línea- y a la siempre viva Esperanza Aguirre, que dio el susto con su operación de cáncer.

 

Precisamente, la candidata por la Comunidad de Madrid fue la encargada de dar al PP un acto final de campaña preludio de un éxito electoral que dan por descontado. Una hora antes del inicio, en el Palacio de Deportes de la capital, más de 16.000 militantes y simpatizantes ya saltaban y gritaban al ritmo de pop popular. Los marianistas reconocían la capacidad de movilización: “Esto solo lo puede hacer ella”, vista la demostración de fuerza.

 

Una marea azul que escuchó como Rajoy utilizó sus últimos minutos de campaña en suplicar a quienes votó al PSOE en las pasadas elecciones que cambie ahora por el PP. “Ello son el fin de una época y nosotros el principio de un nuevo ciclo”, afirmó también en Ciudad Real y Guadalajara, que compartieron protagonismo con Madrid en el broche final. “Hacer una historia con mayúsculas” es el objetivo para estos comicios.

 

Tan alto han puesto el listón -derrocamiento de todos los feudos socialistas, capitales clave de provincia, revalida de mayorías absolutas- que en el cierre entró el vértigo y Rajoy llamó a no confiarse: “¡Las encuestas no votan, vota la gente!”, y por ello reclamó a las bases buscar el voto “hasta el último minuto”. Fue el pico y pala de un líder apabullado por la impresionante imagen del abarrotado pabellón madrileño.

 

Aguirre ahondó en este sentido: “El domingo no puede faltar a nadie a votar al PP. No os fiéis de las encuestas, no ganan elecciones”, y sin mentar citó el movimiento 15-M al decir que “el domingo tiene que ser el día de la auténtica rebeldía, de que triunfe la democracia sin adjetivos que la devalúan. Decir democracia es decir pacífica y civilizadamente que el socialismo ha fracasado”.

 

Pero aún dio un motivo más, el más importante de todos: “Para que los que mataron a Gregorio Ordóñez y a Miguel Ángel Blanco no esté en las instituciones fuera”. Un auditorio que parecía caerse se quedó sin voz al coro de “Bildu fuera, Bildu fuera”.

 

Como bien venía dictado en el guión, a Rajoy ni se le ocurrió hablar de ETA. El público le pidió que se postulara sobre el 15-M a la voz de “no es lo de Sol, esto es democracia”. Pero él a lo suyo, a su libro, centrado en el futuro. Y lo que solemnizó en el cierre de su campaña más dulce es que reflotará a España cuando, en 2012 sino antes, se convierta en presidente de la Nación.

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