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Rajoy admite que meditó dejar la política tras perder contra Zapatero

Rajoy echa la vista atrás y admite sus dudas tras perder contra Zapatero. También habla de Elvira y hace frente a los rumores de "mariposón".

Rajoy echa la vista atrás y admite sus dudas tras perder contra Zapatero. También habla de Elvira y hace frente a los rumores de "mariposón".

Ocho de la mañana, playa de la Lanzada, Pontevedra. Mariano Rajoy disfruta del que espera sea su último verano como jefe de la oposición. El veinte de noviembre tiene todas las papeletas de convertirse en el sexto presidente de la democracia, tras más de treinta años al servicio de la política.

El jefe de los populares recorre entre seis y siete kilómetros a buen ritmo. No es costumbre sólo del periodo estival: también lo hace en Aravaca (Madrid), donde se levanta bien temprano para hacer deporte. Paseos para pensar y no perder el buen estado físico, que también mantiene cenando lo mínimo. Que ha adelgazado nadie lo pone en duda.

"Sí" pensó tirar la toalla

Volvamos a la Lanzada. Junto a él le acompaña Elvira Rodríguez, esa mujer que no pudo contener las lágrimas cuando el nueve de marzo de 2008 salió junto a su marido al balcón de Génova, tras perder el PP por segunda vez las elecciones nacionales ante José Luis Rodríguez Zapatero.

Mucho ha llovido desde entonces. Rajoy reconoce ahora que "sí" se le pasó por la cabeza tirar la toalla, pero que "apuntarse en los momentos fáciles lo hace cualquiera, apuntarse en los momentos difíciles no". La revista XL Semanal ofrece su entrevista más íntima, casi sin referencias a esa difícil situación que atraviesa el país. Y cuando Rajoy habla de él, sale repetitivamente otro nombre; el de Elvira, la otra gran protagonista. Y eso que, incluso, le preguntan si es gay.

El líder del PP echa la vista atrás, a las semanas posteriores a ese nueve de marzo: "Alguna vez me quisieron mover la silla, pero fue hace tanto tiempo que ya ni me acuerdo", asegura. Se muestra conciliador en un partido con las heridas, al menos aparentemente, cicatrizadas: "Por suerte para algunos, no soy una persona rencorosa". Que se lo digan a Juan Costa, su no-rival en el Congreso de Valencia a quien le presentó su libro.

Rajoy se congratula de que ya no escucha a los críticos: "Les habré convencido", dice entre risas. "Creo que dentro del partido hay mucha gente que me tiene afecto y aprecio. En los momentos buenos eso es más fácil, pero me lo demostraron en los momentos políticamente muy malos para mí, después de las elecciones en 2008. Eso es muy reconfortante".

"Estoy enamorado de Elvira"

Con bermudas y descalzo en la playa. Con polo y tenis más bien tirando a viejos y sucios. Y siempre con Viri, conjuntados. A ella le dedica casi todas sus referencias en su íntimo retrato, con permiso de sus hijos Mariano y Juan: "Es quien me dice las cosas con sinceridad porque es mi mujer y porque se supone que me quiere más que nadie, ¿no? Ella tiene mucho sentido común, mucha ilusión". Eso sí: "A veces no coincidimos en algunas cosas".

Admite que ella es más aprensiva a las críticas: "Para las mujeres de los políticos es más duro todo. Yo a veces le digo que no lea determinados confidenciales o que no se los tome muy enserio porque, al final, corre el riesgo de colarse fuera de la realidad". Y, por si quedaba alguna duda, solemniza: "Estoy enamorado de mi mujer".

Seguro que ha escuchado los comentarios, le abordan. Que si le obligaron a casarse en su partido, que si es usted mariposón, que si vamos a tener un presidente gay... Rajoy responde: "Yo me casé a los 41 años porque nunca antes había encontrado a nadie con quien yo quisiera casarme y ella casarse conmigo".

"Esta es la única razón", remata, pero no se queda ahí. Asegura que antes de casarse sí que conoció, "para qué vamos a engañarnos". "Conocí lo suficiente y me casé con quien quise casarme, con quien creí que debía casarme, con la mujer a quien quería, con la que yo era compatible...y, sinceramente, tengo que decir que acerté". ¿Y lo demás? "Si tengo que estar pendiente de todo lo que dicen de mí y de las maledicencias que se oyen no podría dedicarme a lo que es verdaderamente importante".

"El que soy vago lo inventó el PSOE"

Sobre él niega los clichés, que considera inventados por la izquierda. Hace bandera de su previsibilidad, "una virtud para alguien que pretende ser un gobernante. Lo peor de un gobernante es que sea imprevisible". Algo "esencial" también es "saber distinguir lo que es importante de lo que no lo es".

Se dice que el señor Rajoy es vago... "Lo puso en circulación el PSOE", responde. "Opinar es fácil, es libre y es gratis y, además, no genera ninguna responsabilidad; pero decidir es muy más complicado y genera responsabilidades", reflexiona. Otro tópico, el de que sus tiempos "desesperan". "No tengo conciencia de errores mayúsculos ni, sobre todo, de que podría haber hecho distinto".

Lo que le queda ahora es el sprint final. Aunque lleva meses trabajando en su Gobierno, en público rehúsa dar detalles: "Si aparecen nombres por ahí es que la gente está muy bien informada. ¡Qué suerte de estarlo!, porque yo, desgraciadamente, no lo estoy". Hace memoria: "Yo nunca le pedí a Aznar ser ministro de nada, ni se me pasó por la cabeza". ¿Hay plan B si no gana las elecciones? "¡No!".

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