Mientras en el PSOE ya se encuentran inmersos en la confección de las listas electorales, en el Partido Popular aseguran que todavía ni se han reunido los órganos pertinentes. "Aún no estamos con ello", asegura Ana Mato, responsable de la campaña y encargada de lidiar con los comités autonómicos y locales.
Fuentes populares dan explicación a la tranquilidad aparente con la que están afrontando la elaboración de las candidaturas, una vez en las filas socialistas ya se han detectado problemas en Madrid o Andalucía. Las encuestas tienen mucho que ver en este nerviosismo en el PSOE, ya que según los últimos estudios podrían perder en torno a cuarenta representantes sólo en el Congreso.
Esto se traduce, en palabras de un estratega del PP, en que un buen puñado de cargos que en los anteriores comicios no estaban en los primeros puestos de salida pero que sí consiguieron hueco en las Cortes ahora "se quedarían con las ganas". Pero es que, además, habría que incluir al grupo de futuribles los otros muchos cargos que han perdido poder autonómico y municipal el 22-M y que ahora querrían ir al Congreso o al Senado.
Por todo ello, en Génova creen constatado que, en estos momentos, "el problema está en casa ajena" y es en Ferraz donde "ya se están lanzando los cuchillos". "Es normal que estén de los nervios: están los que se quieren ir a toda costa y los que no quieren perder cuota de poder", reflexiona un cargo destacado del PP, que pone dos titulares a esta situación: el primero, que es "una olla a presión", y el segundo, que "el Titanic socialista se hunde más deprisa que el de verdad".
En frente, resumió Ana Mato, se sitúa el PP, sin tan siquiera haber abordado formalmente el tema. Sin embargo, en los pasillos, ya se empiezan a barajar las posibles jugadas, a pesar de que -echando mano de la aritmética- todos los parlamentarios podrían repetir en sus cargos, pues la formación de Mariano Rajoy no sólo mantendría escaños, si no que los aumentaría alrededor de una veintena.
Más representantes y, encima, varias bajas deseadas, a tenor de que el terremoto electoral de mayo supuso que algunos diputados y senadores hayan sido captados para nuevas responsabilidades. Es el caso, por ejemplo, de los presidentes autonómicos José Antonio Monago (Extremadura) o María Dolores de Cospedal (Castilla-La Mancha), ambos en la Cámara Alta.
Pese a todo, no todos las tienen consigo, como por ejemplo el frente valenciano (muy crítico con la Generalidad, pese al fin de la era Camps) o el denominado sector crítico, ahora silente pero muy activo al inicio de la legislatura. Y aunque Rajoy aseguró recientemente que no es rencoroso, su ristra de cadáveres políticos (Manuel Pizarro, Ángel Acebes, Eduardo Zaplana, María San Gil...) más bien dice lo contrario.
"Pregúntale al jefe", decía, en este sentido, un diputado del PP, corroborando que todavía nada se mueve y que el tema tampoco se habla en voz alta. "En mi ciudad todavía no se ha reunido el comité", incidía otro.
Y, cómo no, está la siempre complicadísima circunscripción por Madrid, que supuso el mayor quebradero de cabeza para Rajoy en la anterior recta electoral, con Alberto Ruiz Gallardón reclamando públicamente su presencia en la candidatura al Congreso. Ahora todos dan por hecho que será su momento, aunque el número dos estaría reservado a una mujer, según dejan caer en Génova.
"Seguro habrá un listillo que la lía, pero no debería de haber problema alguno", dice un cargo madrileño, en referencia precisamente al alcalde. "Las circunstancias son completamente distintas a las de 2008, nadie toserá a Rajoy", coinciden todas las partes. De momento, todo es ruido porque, se reafirma Mato, "no estamos en ello".