Soraya Sáenz de Santamaría, Ana Mato y María Dolores de Cospedal son el verdadero cinturón tras el cual se sitúa Mariano Rajoy. En una legislatura con un inicio dificilísimo y con muchas voces, incluidas internas, poniendo en duda su liderazgo, el líder del PP tuvo en sus tres mujeres el escudo perfecto, cada una de ellas en sus áreas.
Han sido, y todavía son, el tridente perfecto. Tal vez por su relevancia a veces han chocado por sus competencias, sin bien en lo suyo han aprobado con nota. Rajoy las situó en plazas clave y que, en 2008, eran muy complicadas de gestionar.
Rajoy dio a Sáenz de Santamaría las riendas del Grupo Popular convirtiéndola en el azote parlamentario del Gobierno. La hoy número dos en la lista por Madrid se encontró con un grupo que incluso se levantó en rebeldía, pero consiguió conciliar a todas las familias. Enfrente se encontró a un Ejecutivo al que poco a poco fue venciendo dialécticamente, destacando sus ya míticos cara a cara contra María Teresa Fernández de la Vega y Alfredo Pérez Rubalcaba.
En el PP nadie duda de que su ascenso en la candidatura madrileña es preludio de su incorporación en el gabinete presidencial de Rajoy. Será "la primera" de la clase, y por ello la sitúan en la vicepresidencia primera (añadiendo la portavocía) o en el combo ministerial de Justicia e Interior.
Ana Mato tampoco tuvo una tarea difícil. Al frente de la vicesecretaría de Organización, tuvo que batallar con organizaciones locales y autonómicas, diseñar y elaborar la multitud de eventos que el PP desarrolla en toda la geografía española y negociar, principalmente negociar. Le gusta que le llamen el corazón del partido, y lo cierto es que controla como nadie el denominado aparato.
Como jefa de campaña, Mato redobló su poder. Lo hizo "tan bien", según el propio Rajoy, en las elecciones autonómicas y locales que le dio la batuta para las nacionales. De ella es el mérito de los foros programáticos o de la reciente Convención Nacional. Por todo ello, Rajoy le recompensa situándole como tercera en la lista.
Fuera de las quinielas pero no menos importante María Dolores de Cospedal. Cayó como ministrable al alcanzar el hito de arrebatar la presidencia de Castilla-La Mancha a los socialistas. Ha cumplido cien días de gobierno y Rajoy la mira a ella para destacar cómo será su acción de gobierno.
Cuando el jefe la nombró secretaria general sabía que se le venía encima un partido complicado, pero todo fue a peor con el caso Gürtel. Ella siempre lo tuvo claro: tolerancia cero contra la corrupción, aunque afectara a sus compañeros de siglas en la Comunidad Valenciana. Toreó no sin dificultad pero ganó en importancia tanto de puertas para afuera como también para adentro; nadie tose ya a la número dos.
Son las tres mujeres de Rajoy, las que controlan y mandan bajo la mirada del líder popular. En Génova aseguran que se fía al cien por cien de ellas.