La comunicación entre Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero es más que fluida en esta recta final de la legislatura. Apenas hay una semana en la que ambos líderes no se cojan el teléfono para coordinar determinadas políticas encaminadas a la mejora económica. De hecho, el Ejecutivo ha llegado a parar proyectos ya anunciados tras el intercambio de pareceres con el jefe del PP.
Es como si el presidente del Gobierno estuviera "allanando" el camino a La Moncloa a su más que previsible sustituto. Como si la transición ya se hubiera "puesto en marcha", en voz de un asesor popular.
El pasado sábado, en un macro-mitin en Salamanca, Rajoy ya advirtió de que hasta el traspaso de poderes, que previsiblemente se producirá en diciembre, "hay muchas cosas importantes, mucho en juego, y seguirán en el Gobierno los que están". Y por ello no dudó en poner públicamente deberes a Zapatero; siendo la primera parada el Consejo Europeo que este domingo se celebrará en Bruselas.
Un marcaje que se materializó el lunes, en una "cordial" conversación entre ambos. Rajoy le pidió, según sus propias palabras, que "no haya ningún ajuste en la deuda española". O, traducido, que "nadie ponga en tela de juicio que España puede y debe pagar su deuda, que es solvente". La segunda idea fundamental: "Que la recapitalización de la banca no se haga a costa del crédito". Y, para rematar, e íntimamente relacionado con el segundo punto, "que las medidas sirvan" para ese movimiento económico.
El candidato popular fue contundente y, además de tachar de "capital" la cita, la llegó a definir como clave "para la recuperación económica de nuestro país". "Tenemos que hacer los deberes en nuestra casa y defender nuestras posiciones fuera". E insistió, por si quedaran dudas: "Defender la solvencia de la deuda española. El tesoro siempre ha pagado, hasta ahí pudiéramos llegar".
Tras hablar con Zapatero y marcarle "la línea", Rajoy se mostró convencido de que se vaya a dar "la talla". En el PP insisten en lo importante de no equivocarse ahora para que no se vuelvan a encender los pilotos rojos, los de alarma por posible intervención. En cuanto al trato entre el socialista y el popular, es "el correcto" e, incluso, "hay sintonía".