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se vio como el claro vencedor

Rajoy mantendrá el rumbo tras el debate: "Para qué cambiar algo que funciona"

Rajoy está satisfecho. Cree que las cosas van bien, y no piensa cambiar de estrategia. Tanto en Melilla como en Málaga se volvió a dar un baño de multitudes.

Rajoy está satisfecho. Cree que las cosas van bien, y no piensa cambiar de estrategia. Tanto en Melilla como en Málaga se volvió a dar un baño de multitudes.

Mariano Rajoy no da la campaña por finiquitada. Él mejor que nadie sabe que doce días en política (lo que resta hasta la cita con las urnas) son todo un mundo. Que un fallo puede darle la vuelta a la tortilla no al resultado final, pero sí al día a día de la campaña. Así que, paso firme y sin euforia, aunque dejando claro que si alguien ganó el tan traído cara a cara fue él.

El candidato del PP cree que fue el claro vencedor porque consiguió hacer calar dos mensajes fundamentales, e íntimamente relacionados. El primero, que España necesita crear empleo para avanzar y, el segundo, que la tasa de desempleo no mejorará si no hay un cambio político el próximo veinte de noviembre.

Una línea de acción que mantendrá hasta el último día. “Para qué cambiar una estrategia que funciona, y que además lo hace tan bien”, interpretaban en la sede nacional de los populares. El camino trazado es meridianamente claro, como le gusta decir a Rajoy: economía, economía y más economía. Sólo se saldrá de este guión, por ejemplo para hablar de política antiterrorista, cuando el escenario lo mande. Esto es en País Vasco y Navarra, y su discurso no virará en ello.

 

En su apretada agenda en el día después del debate, Rajoy tuvo tiempo para mantener una conversación informal con periodistas nada más aterrizar en Melilla. El líder de los populares se refirió a la agresividad verbal de su rival, Alfredo Pérez Rubalcaba: “Es su campaña, amenazó con todos los males del infierno”, dijo gráfico. Su entorno se explayó aún más, y destacó que el candidato socialista quedó noqueado “cuando admitió que mentía” y al referirse constantemente a su contrincante como presidente del Gobierno virtual.

 

El argumentario interno de los populares, y al que tuvo acceso este diario, insistía en la virulencia dialéctica de Rubalcaba: “Ejerció como entrevistador, como un periodista incisivo, como un hooligan que perdió los papeles”. Tanto en su intervención en la ciudad autónoma como en Málaga, segunda parada del día, insistió en que con “lo mismo” -el PSOE- España no podrá volver a ver la luz del túnel.

 

“No haré una campaña con insidias”, solemnizó en claro reproche hacia Rubalcaba, para a renglón seguido pedirle un único favor a sus adversarios: “Que traten a los españoles como personas sensatas e inteligentes”. En este sentido, le salió un aliado que se monta a la caravana popular; el expresidente del Gobierno, José María Aznar.

 

La actitud del candidato socialista fue la de un intrépido reportero. Ha decidido dimitir de los único que es, candidato”, afirmó, en una alineación total con Rajoy. El líder de FAES protagonizará a partir de ahora una línea de acción paralela, y que concluirá el último viernes de campaña con un gran acto de cierre que protagonizará el candidato a La Moncloa.

 

Por su parte, Rajoy, que volvió a su papel de presidente de facto, admitió ya en un tono más informal que fue relajado al debate porque ya era su tercero. Ahora bien, “no es lo mismo que un partido de fútbol”. Su sonrisa de oreja a oreja corroboraba que el candidato del PP tiene el viento a su favor.

 

Capítulo especial le dedicó a las encuestas. Lo evidente, según el presidente del PP, es que demuestran que los españoles ansían un cambio, pero a partir de ahí relativizó al máximo sus resultados al venir a decir que “hoy puede estar por delante pero mañana no”. Una idea que usan como percha en el PP para insistir en la movilización del electorado; a no dormirse en los laureles. Y de ahí que Juan José Imbroda, presidente de Melilla, hiciera pasear al jefe por el casco antiguo, donde fue literalmente aclamado al grito de “viva Mariano, viva España”. Acompañado por su mujer, Elvira Fernández -que saludó muy cariñosa a los informadores-, Rajoy se dio un agotador baño de multitudes. “Sácanos de la crisis”, se le requirió, entre besos, abrazos y peticiones de fotografías. Desde los coches, se le pitó al grito de “presidente, presidente”.

 

En Málaga, más de lo mismo. El polideportivo elegido estaba lleno hasta la bandera. Fueron miles de personas, llegando a colapsar la circunvalación de la capital.

 

Financial Times da ganador a Rajoy

 

Volviendo al debate, el equipo del jefe sacó los papeles para comprobar que “todos” los medios han dado por ganador a Rajoy. Incluidos los internacionales, destacando Financial Times, que habla de “rotunda derrota” de Rubalcaba.

 

Admiten en el PP que Rajoy leyó demasiado, pero “quién dice que no lo pueda hacer”, a lo que añaden que “llevaba muchos datos, muchas cifras” para no errar en el diagnóstico. Traducido: frente a la ambigüedad del PSOE, realidad y concreción. En el descanso nada le dijeron, salvo que lo estaba haciendo muy bien y que su rival estaba quedando retratado.

 

La anécdota llegó ya al término. Rajoy conversó con Baudilio Tomé, encargado de redactar el Programa Electoral, y le felicitó porque Rubalcaba se lo sabía al dedillo. Entre risas, también le abordó sobre qué ponía la página concreta a la que se refería su contrincante.

 

Ahora queda lo más duro”, insistían quienes conforman el cinturón de Rajoy, ya que “esta semana es la que se hace más carril, con muchos actos y más kilómetros”. Pese a todo, el candidato popular tiene puesta la velocidad de crucero y ya casi roza el palacio de La Moncloa.

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