Mariano Rajoy escogió con sumo cuidado el escenario donde introducir en su mensaje la política hidráulica. Lo hizo en Murcia, víctima continúa de restricciones en el suministro y que siempre ha reclamado el agua para todos del que hizo bandera el PP en la anterior legislatura.
En esta ocasión, el candidato del PP no llegó a tanto, entre otras cosas porque no incluye el Plan Hidrológico Nacional en su Programa, pero sí que hizo toda una declaración de intenciones: “En España, agua para todo el mundo, para quien la tiene y para quien no la tiene”, zanjó, recibiendo la ovación cerrada de los más de dos mil militantes y simpatizantes, con los que mantenía un almuerzo-mitin.
Previamente, el presidente Ramón Luis Valcárcel introducía el tema, al asegurar que Rajoy no abandonaría sus reclamaciones. Él recogió el testigo, y prometió “liderar” una política de agua que “convenza” a todas las comunidades autónomas. “Constructiva, de consensos y acuerdos”, se comprometió, evitando el enfrentamiento con otras regiones, como Castilla-La Mancha y Aragón, que también son gobernadas por el PP.
“Éso es lo que hay que hacer y garantizo que lo voy a hacer”, proclamó. Y, en este sentido, se ciñó a su plan de acción, cuya letra pequeña explica que el PP apuesta por garantizar primero el agua en las cuencas dejando el excedente para aquellas comunidades que lo necesiten. “Mi posición es la de siempre y coincide con lo que dice Valcárcel”, expuso, a modo de resumen.
El agua siempre ha tenido el añadido de guerra para los populares. El último enfrentamiento se vivió a propósito del estatuto de Castilla-La Mancha, y supuso un sonado encontronazo entre el presidente murciano y su compañera de partido María Dolores de Cospedal. Finalmente, el texto autonómico quedó embargado al no llegarse a un acuerdo, que también debía de incluir al PSOE, entonces en el poder en C-LM.