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Rajoy les dirá a Merkel y Sarkozy que "la UE sí, pero España también"

El día de la Constitución, en el Congreso, Rajoy reivindicó la soberanía de España al defender sus recetas. Está seguro de poder cumplir ante la UE.

Mariano Rajoy esperó religiosamente al tradicional besa manos. Primero para acceder a un abarrotado Congreso de los Diputados -más de 1.500 invitados- y después para saludar a los salientes José Bono y Javier Rojo, presidentes de la Cámara Baja y Alta respectivamente. Fue, tal vez, el único elemento que recordó que aún no es el jefe del Gobierno, pues estos tienen un privilegio especial y no esperan la cola. Hecha esta mención, las más altas instituciones del Estado ya se refieren a él como "el presidente".

Y, en efecto, como presidente actuó, primero en una breve declaración ante los medios de comunicación, y después en conversación informal con personalidades e informadores. Vaya por delante que fiel a su previsibilidad apenas dio frases que se diferenciaran de otras ya pronunciadas, pero sí que transmitió la sensación de estar a plena forma no dando, en ningún momento, síntoma de fatiga.

La reforma de la Constitución, primera prioridad

No es nuevo que se desenvuelve con especial soltura en el plano económico, y sobre él versó la casi totalidad de las conversaciones mantenidas, lo cual hizo el trance del día de la Constitución más llevadero. Empezando por lo importante, el presidente electo anunció que la primera Ley que aprobará su Ejecutivo será el desarrollo de la reforma de la Constitución, que incluye el compromiso de estabilidad presupuestaria. Es una de esas píldoras de certidumbre y confianza que Rajoy considera básicas de cara a la Unión Europea.

"España ya puede decir al mundo y a Europa que tiene esta norma" en su Carta Magna "y eso será lo que afirme el presidente Zapatero ante el próximo Consejo Europeo", dijo Rajoy a micrófono abierto, reconociendo de facto una tutela total en el plan de acción del Gobierno saliente. Con Rodríguez Zapatero ha estado hablando diariamente, pero a priori descarta una nueva reunión porque con la comunicación telefónica basta. Lo importante es que el aún jefe del Ejecutivo transmita en su última cita europea que "España es un país fiable y que no renuncia a las reformas".

Segundo punto importante. El nuevo gabinete está "a favor de las reforma de los Tratados de la Unión", como herramienta de salvamento para defender la moneda común y alcanzar la armonización fiscal. Y España estará a la cabeza, insiste a modo de eslogan. Una cantinela que repetirá a los líderes francés y alemán en su reunión en Marsella, esta misma semana. "Les diré lo mismo que he estado diciendo en los últimos meses", destacó un Rajoy tan previsible que, por ello, no ha necesitado prepararse las citas en exceso.

No descarta subir el IVA

En su mente, además de cumplir, transmitir una idea fundamental: "España hará todo lo posible para rescatar la credibilidad de nuestra deuda soberana", lo que de inmediato se traducirá en que vuelva a fluir el crédito. "Estamos empeñados en la credibilidad de nuestra economía", y para conseguirlo Rajoy y Zapatero insistirán en sus respectivos foros en que se cumplirá "sí o sí" con el techo del déficit público.

"Las decisiones, si se toman pronto, dan credibilidad", apuntó un Rajoy apabullado por la expectación generada; en ocasiones tuvo varios frentes avientos y personal tan selecto esperando como el Consejo General del Poder Judicial en bloque. Sobre los Presupuestos nacionales, admitió que se verán condicionados por Europa en tanto en cuanto incluirá un plan concreto de reducción del déficit, además de medidas en aras de la austeridad.

Ni prenda soltó sobre las medidas que vaya a tomar una vez vestido de presidente. Fiel a sus tiempos, rehusó explicar su fuerte paquete de ajustes hasta no conocer cómo se encuentran realmente las arcas -el traspaso sigue bien, según agregó-. El tope que se ha marcado es marzo de 2012, no descartando absolutamente nada, tampoco una subida del IVA u otros impuestos.

La soberanía de España, clave

Pero si un mensaje quiso dejar claro, y encima en un día tan especial y simbólico como el 33 cumpleaños de la Carta Magna, es que España es soberana y su inminente Gobierno está respaldado por una abultada mayoría absoluta. Una convicción que, para rematar, hizo en el salón de los pasos perdidos, en pleno corazón del Congreso: "Cada uno tienen sus recetas, yo tengo las mías", zanjó cuando se le preguntó por los planes de ajustes de otras naciones, como Italia. Traducido, en voz de un asesor: "Europa sí, pero España también", como así les transmitirá a sus homólogos comunitarios.

"Todo lo que suponga reducción del gasto me parece bien", añadió, no sin volver a incluir que él tiene su propio libro de estilo, el cual pretende que cale en la Unión Europea hasta el punto de que sea un elemento más de confianza hacia el país.

Rajoy, que en algún momento llegó incluso a esbozar una sonrisa, no se definió cansado, pese a tan sólo pudo desconectar "un día y medio" en Pontevedra desde que ganara las elecciones generales. Nada de ministros, al menos hasta que le de los nombres al Rey, allá por el 21 de diciembre. La prioridad ahora es Europa y la economía, y solemniza que hará "todo lo que haga falta" para que una España más soberana que nunca vuelva a estar en el lugar donde le corresponde en el mundo.

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