José Manuel García-Margallo está dejando su impronta en el Ejecutivo desde bien temprano. Cuando apenas se han cumplido cincuenta días de Gobierno, el titular de Exteriores se ha cobrado su primera victoria evitando que la embajada de Washington, la más importante de todas, fuera a manos de un político, y no de un diplomático como se había comprometido.
Tal y como informó este diario, Mariano Rajoy mantuvo una conversación con Federico Trillo a primeros de enero para cerrar su marcha a Estados Unidos; decisión que no contó con el plácet de Exteriores y que levantó una polvareda en el cuerpo diplomático. "No está decidido", llegó a decir Margallo, poniendo en cuarentena el nombramiento.
Finalmente, tras negociaciones de todo tipo, el ministro de Exteriores logró que el presidente optara por otro retiro para su hombre de confianza durante tantos años en el PP: será el nuevo embajador en Reino Unido, según adelantó El Mundo. De hecho, el Consejo de Ministros pidió el viernes formalmente el visto bueno de las autoridades británicas, y el propio Trillo ya habría dicho a Rajoy que acepta encantado.
En este sentido, fuentes del Ministerio de Exteriores aseguraron que, en principio, éste será el único embajador político del Gobierno popular. Ilustrando esta realidad, tan alejada a la acostumbrada con José Luis Rodríguez Zapatero, el Gobierno aprobó el nombramiento de los nuevos embajadores representantes de España ante las Naciones Unidas, Fernando Arias; en el Consejo de la OTAN, José de Carvajal; y en el Comité Político y de Seguridad del Consejo de la Unión Europea, Nicolás Pascual.