María Dolores de Cospedal se ha tenido que enfrentar este martes en Génova a las preguntas de los periodistas tanto en calidad de secretaria general como de presidenta del PP de Castilla-La Mancha. El motivo: la reforma del Estatuto de autonomía de la región que pretende gobernar y la propuesta del PSOE de incluir en el texto una reserva estratégica de 6.000 hectómetros de agua, lo que para las regiones de Murcia y Valencia sería tanto como “poner fin al trasvase del Tajo-Segura”.
Es más, los equipos de Gobierno de Francisco Camps y Ramón Luis Valcárcel ya han advertido que pedirán a los diputados nacionales de sus comunidades que voten en contra del Estatuto si tal extremo se produce rompiendo así la disciplina de partido.
Ante tal ultimátum, la número dos del PP evitaba el encontronazo directo con los barones regionales -“no he oído a los presidentes realizar dicha amenaza”- si bien lanzaba una clarísima amenaza a navegantes: “los diputados del PP tienen que hacer lo que establezca la dirección del PP, ya que son del PP”.
O lo que es lo mismo, que la dirección del Grupo Popular, que dirige Soraya Sáenz de Santamaría, tomará contra ellos medidas disciplinarias si no acatan las órdenes de Génova.
En cuanto a la propuesta en sí del PSOE, Cospedal ha rehusado pronunciarse y ha reclamado, una vez más, “prudencia y discreción” en unas negociaciones que están en su recta final, ya que en febrero el Estatuto volverá al Congreso de los Diputados para ser aprobado definitivamente.
Tal vez por esa “prudencia y discreción”, Cospedal no ha querido entrar en detalles de la reunión que este lunes mantuvo con Valcárcel y Camps en presencia de Mariano Rajoy en Génova para acercar posturas ante la beligerancia de algunas declaraciones públicas.
Un encuentro, desvelado en exclusiva por Libertad Digital, del que la secretaria general se ha limitado a decir que no ha sido ni será el único y que “se desarrollan en el ámbito de la discreción”.
Según fuentes consultadas de máxima solvencia, en dicha reunión el presidente del PP les pidió “sentido de Estado” y una “postura común” para no volver a abrir una brecha interna en el partido. Sin embargo, la reunión finalizó en fracaso, según han relatado a este periódico los entornos de los dos presidentes autonómicos.