(Libertad Digital) Según fuentes militares consultadas por este periódico, la primera orden que dio el ministerio de Defensa tras tener conocimiento del atentado terrorista que sufrió un convoy formado por militares españoles y afganos el pasado domingo fue la de mantener la posición hasta que se pudiese retirar el vehículo. Pretendía evitarse de este modo que los terroristas se fotografiaran junto a él exhibiéndolo como trofeo.
Esta es una costumbre entre los fanáticos que apoyan a los terroristas y ya sucedió cuando asesinaron en Irak a siete miembros españoles del CNI el 29 de noviembre de 2003. La decisión de Defensa se adoptó acertadamente para evitar añadir sufrimiento a las familias de los soldados y evitar que se repitiera el mencionado episodio de Irak.
Las mismas fuentes aseguraron que es habitual (así figura al menos en los protocoloes) que un convoy atacado se quede en la zona del atentado custodiando el vehículo que ha sufrido los daños por ser la prueba más importante del ataque, quedebe ser estudiada en las instalaciones militares.
Las labores de retirada de un vehículo pesado como un BMR no son sencillas máxime si, como es el caso, el blindado está sobre una superficie arenosa, con las ruedas inutilizadas y con el personal en estado de máxima alerta. Las grúas encargadas de retirar el vehículo también requieren en su desplazamiento de una escolta adecuada. La operación duró en total unas siete horas. Pero las fuentes consultadas por este periódico aseguran que en ese tiempo pudo significar un riesgo añadido para los militares presentes ya que, los servicios de inteligencia habrían alertado de la posibilidad de que se desencadenara un nuevo ataque.
El protocolo habitual en estas ocasiones es enviar a la zona del atentado un helicóptero dotado de cámaras infrarrojas para controlar la presencia enemiga y dar apoyo a los soldados desplegados en la zona del ataque. Y así debió hacerse a juzgar por el ángulo desde el que están tomadas las fotografías que Defensa distribuyó a la prensa.
Por otra parte, apuntan a que el uso de un suicida con furgoneta-bomba en el atentado situaría más bien a Al Qaeda como autora del mismo. El atentado es más parecido a los que se perpetran en Irak que a los ataques talibán
Los efectos sobre el vehículo
El BMR no sufrió los daños que podrían suponerse como resultado del impacto de una furgoneta cargada de explosivos y metrallas. La razón principal es que la explosión se produjo en una zona abierta y la onda expansiva salió hacia todos los lados del coche-bomba. Los daños exteriores habrían sido mayores y más visibles si esa explosión se hubiera dirigido en un espacio cerrado contra el BMR. El pequeño blindaje tuvo pues, un buen comportamiento pero el dramático resultado mortal del atentado pudo deberse a golpes ocasionados en el interior del vehículo al sufrir un brusco desplazamiento como consecuencia del impacto y la onda expansiva, apuntan las fuentes militares.
Los convoys militares suelen llevar sendos vehículos en cabeza y cola marcando el principio y fin del convoy. Pueden verse en cualquier carretera de España, simplemente cuando los vehículos militares se desplazan hasta las instalaciones donde pasan la ITV. En estas ocasiones, se usan vehículos ligeros. Pero en zona de guerra se recurre a los más fuertes.
En este sentido, las fuentes consultadas por LD señalan que el BMR no es precisamente el vehículo adecuado para abrir y cerrar un convoy en zona abierta. Señalan que el vehículo fue diseñado al principio de los años setenta para mover tropas en zonas urbanas de guerra salvaguardando a las efectivos de posibles francotiradores. No fue hasta las modernizaciones de los años noventa cuando se dotó a este vehículo de placas de blindaje. Por ello, destacan que un BMR sí era apropiado para abrir y cerrar un convoy en la posguerra de Bosnia, pero no es ni mucho menos el indicado para hacerlo en Afganistán.
Así, destacan que los nuevos MLV Lince tampoco habrían sido apropiados ni habrían aguantado la explosión de la furgoneta-bomba, ataque que sí soportarían los carros Pizarro, que además tienen una capacidad de defensa y ataque. Eso sí, también señalan que en el caso de que los convoy de Afganistán fuesen comandados y cerrados por los Pizarro los terroristas cambiarían los coche-bomba por las minas o métodos que aprovechasen los puntos flacos de este tipo de carros. Pero en este terreno, como en todos los que se refieren a la seguridad, la clave es ponérselo lo más difícil posible al agresor.
La falta de vehículos idóneos en el Ejército español para este tipo de misiones es fruto de la política errónea mantenida por los ministros de Defensa que han tenido los gobiernos españoles desde hace más de treinta años. Aunque sea lamentable que las reacciones administrativas se adopten como moraleja a pérdidas humanas comienzan a atisbarse algunos esfuerzos para modernizar este apartado de las Fuerzas Armadas. El próximo mes de julio el Ejército empezará a recibir los vehículos RG31-Mk5E, que sí son idóneos para este tipo de operaciones.
Imágenes del atentado
Libertad Digital ha tenido acceso a imágenes exclusivas del BMR español que sufrió el atentado el pasado domingo junto a la localidad afgana de Shindand, situada a unos quince kilómetros de Herat, donde se encuentra una de las bases españolas en el país asiático. El vehículo se puede apreciar en el margen derecho de la fotografía oficial que facilitó el Ministerio de Defensa, rodeado en el momento en que se disparó la instantánea por un BMR sanitario y un grupo de militares.
Precisamente, este miércoles el ministerio que dirige Carmen Chacón ha despejado las dudas que se habían generado en torno a la imagen oficial que había hecho pública. Según precisó Defensa, con el fin de facilitar su ubicación, se silueteó en rojo la zona pero debido a un error en el tratamiento fotográfico aparecieron en ese círculo dos sombras de individuos.