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El terminal con el que se hicieron las falsas llamadas de Leganés pertenecía a Rachid Aglif

Si en Leganés se hubiera producido un suicidio colectivo, como nos dicen, ¿hubiera sido necesario falsificar datos para tratar de convencernos del carácter suicida de los supuestos islamistas que estaban encerrados en el piso? Un nuevo enigma de Luis del Pino revela que la Comisaría General de Información ocultó a Del Olmo que el terminal desde el que se efectuaron las falsas llamadas de Leganés pertenecía a Rachid Aglif, condenado a 18 años de cárcel por el Tribunal del 11-M.

Elisa Beni, cesada por el CGPJ

Si en Leganés se hubiera producido un suicidio colectivo, como nos dicen, ¿hubiera sido necesario falsificar datos para tratar de convencernos del carácter suicida de los supuestos islamistas que estaban encerrados en el piso? Un nuevo enigma de Luis del Pino revela que la Comisaría General de Información ocultó a Del Olmo que el terminal desde el que se efectuaron las falsas llamadas de Leganés pertenecía a Rachid Aglif, condenado a 18 años de cárcel por el Tribunal del 11-M.
L D (Luis del Pino) A lo largo de los meses anteriores, Libertad Digital y El Mundo han ido poniendo sobre la mesa las evidencias de que las pruebas referidas al episodio de Leganés fueron manipuladas para tratar de convencernos del carácter suicida de los habitantes de ese piso.
 
Libertad Digital demostró, por ejemplo, que, según los propios informes policiales, los faxes amenazantes que supuestamente enviaron los habitantes del piso de la C/ Carmen Martín Gaite a Telemadrid y al diario ABC en la tarde del 3 de abril de 2004  habían sido enviados, en realidad, desde Madrid, a muchos kilómetros de distancia de aquel piso rodeado por la Policía.
 
Fernando Múgica, en El Mundo, revelaba, en uno de los capítulos de su serie de "Los agujeros negros del 11-M", que la supuesta carta de despedida o testamento de Abdenabi Kounjaa, uno de los presuntos suicidas de Leganés, no se había encontrado, como nos dijeron, entre las pertenencias de un compañero suyo de trabajo, sino que apareció después de llevar esas pertenencias al complejo policial de Canillas.
 
Con respecto a esa misma carta, en Libertad Digital poníamos de manifiesto cómo alguien había añadido una firma en caracteres latinos a un manuscrito en árabe para tratar de atribuirle el documento a Abdenabi Kounjaa. La propia sentencia del 11-M no ha tenido más remedio que reconocer que es imposible atribuir a Kounjaa la redacción de esa carta, aunque, sorprendentemente, ha dado por buena su firma en caracteres latinos.
 
Tenemos, por tanto, dos intentos distintos de convencernos, mediante la adición de falsas evidencias, del carácter suicida de los habitantes del piso: alguien envió faxes desde fuera del piso en nombre de los presuntos suicidas; alguien escribió una falsa carta de despedida para atribuírsela a uno de esos presuntos suicidas. A estos dos intentos hay que sumar un tercero, todavía mejor documentado, que es el que se refiere a las falsas llamadas de despedida de los presuntos suicidas. La historia oficial decía que aquellos presuntos islamistas, al verse rodeados por la Policía, decidieron hacer saltar por los aires el piso de Leganés, antes de lo cual llamaron a sus familiares en Marruecos, en Túnez y en Inglaterra para despedirse de ellos.
 
Libertad Digital ya desveló en su día que existían al menos tres informes policiales contradictorios sobre esas supuestas llamadas de despedida. Esos tres informes policiales se contradecían entre sí en cuatro aspectos básicos:
 
  • el número de llamadas realizadas
  • los destinatarios de esas llamadas en Marruecos, Inglaterra y Túnez
  • los terminales telefónicos que se habían usado para hacer esas llamadas
  • las tarjetas telefónicas que se habían empleado para llamar
 
Libertad Digital demostró también, con los propios datos del sumario, que uno de los terminales telefónicos supuestamente empleados para hacer esas llamadas seguía operativo después de la explosión del piso. Ese terminal no sólo no apareció al registrar el piso después de la explosión, sino que según la propia operadora telefónica fue empleado para hacer una llamada el 21 de mayo, siete semanas después de que el piso de Leganés volara por los aires.
 
Está claro, por tanto, que alguien efectuó falsas llamadas de despedida en nombre de los supuestos suicidas desde fuera del piso de Leganés.
 
Hasta tal punto era evidente la imposibilidad de que ese terminal hubiera sido utilizado por los habitantes del piso, que los últimos informes de la Policía eliminaron toda referencia tanto a dicho terminal telefónico, como a la tarjeta utilizada con el mismo.
 
Sin embargo, la sentencia del 11-M vuelve a introducir esa tarjeta telefónica que los propios informes policiales se habían visto obligados a eliminar y afirma que una parte de esas supuestas llamadas de despedida se efectuó con esa tarjeta. Jurídicamente, las consecuencias pueden ser curiosas, porque al recoger como Hecho Probado que parte de las llamadas se realizaron esa tarjeta, el tribunal del 11-M da por constatado, por vía indirecta, que alguien tuvo que efectuar esas llamadas desde fuera del piso. ¿Es simplemente un error del tribunal, o se trata de una manera hábil de abrir la puerta a futuras peticiones de responsabilidad a quienes hicieran esas falsas llamadas en nombre de los presuntos suicidas?
 
Historia de un IMEI y una tarjeta
 
La tarjeta telefónica con la que se efectuaron las falsas llamadas de despedida tiene el número 653026047, y los datos aportados por las operadoras telefónicas demuestran que, efectivamente, dicha tarjeta fue utilizada en un terminal con número de serie 350999101493269 el día de la explosión del piso de Leganés (el 3 de abril de 2004) a las 19:39.
 
El problema es que ese terminal continuaba operativo un mes después de explotar el piso y no apareció al registrar los escombros, por lo que es imposible que fueran los propios habitantes del piso los que efectuaran esas llamadas. Pero entonces, ¿quién pudo efectuarlas?
 
Rastreando los datos contenidos en el sumario y en las comunicaciones aportadas por las operadoras telefónicas, hemos reconstruido la historia de ese terminal telefónico en los primeros meses de 2004. En concreto, ese terminal fue utilizado con un total de 10 tarjetas telefónicas distintas entre el 9 de enero y el 21 de mayo de 2004. La secuencia temporal de utilización de ese terminal es la siguiente:
 
666136428 (Rachid Aglif): Desde 9/1 hasta 13/1 a la 1:56
667379609: Desde 13/1 a las 13:28 hasta 30/1
600229926 (Hicham Roussafi): El 31/1
667379609: Desde 1/2 hasta 14/2 a las 22:30
666314284 (Rachid Aglif): El 14/2 desde las 22:33
667379609: Desde 15/2 a 22/2 a las 6:53
666314284 (Rachid Aglif): Desde 22/2 a las 13:37 hasta 23/2 a la 1:04
667379609: Desde 25/2 hasta 5/3
637969349: El 6/3 a la 1:29
667379609: Desde 6/3 a la 1:55 hasta 7/3 a las 9:40
666314284 (Rachid Aglif): Desde 7/3 a las 18:00 hasta 9/3 a las 20:06
652284025: Desde 9/3 a las 21:23 hasta 10/3 a las 0:46
656720759: El 13/3 a las 16:26
653026053: El 13/3 a las 19:29
653026047: El 3/4 a las 19:39
615107447: El 21/5 a las 16:30
 
Como vemos, antes del 11-M ese terminal estaba siendo utilizado con cuatro tarjetas de teléfono distintas: la 666136428, perteneciente a Rachid Aglif);la 666314284, perteneciente también a Rachid Aglif; la 600229926, perteneciente a Hicham Roussafi (un amigo de Rachid Aglif) y la 667379609. El usuario de esta última tarjeta es desconocido, pero el análisis de las llamadas realizadas con esa tarjeta permite afirmar que se trata de otra persona perteneciente al círculo de Rachid Aglif, Hicham Roussafi y Rafá Zouhier. De hecho, la Policía atribuye dicha tarjeta en algunos lugares del sumario al propio Hicham Roussafi.
 
Por tanto, ese terminal pertenecía a Rachid Aglif o a alguien de su círculo de amistades. La propia Policía afirma en uno de los listados telefónicos incorporados a la causa que era Rachid Aglif el propietario de ese terminal.
 
Sin embargo, al llegar el 9 de marzo, ese terminal pasa a utilizarse con un conjunto de tarjetas totalmente distinto, tres de las cuales (la 652284025, la 653026053 y la 653026047) pertenecen al mismo lote de comercialización que la tarjeta encontrada en la mochila de Vallecas.
 
Lo normal hubiera sido que la Policía preguntara a Rachid Aglif acerca de ese terminal telefónico, porque sólo caben dos opciones:
 
  • era el propio Rachid Aglif quien continuaba teniendo el terminal después del 11-M, en cuyo caso habría que haberle preguntado de dónde sacó esas tarjetas del mismo lote que la tarjeta encontrada en la mochila de Vallecas.
  • o bien Rachid Aglif le traspasó el teléfono a otra persona (por ejemplo, a alguien del círculo de Jamal Ahmidan) y fue esta otra persona la que usó el terminal con esas tarjetas pertenecientes al mismo lote que la de la mochila de Vallecas. En este último caso, habría que haberle preguntado a Rachid Aglif quién era esa otra persona a la que le traspasó el terminal telefónico y cuándo lo hizo.
 
Sin embargo, ni la Policía ni el juez Del Olmo llegaron nunca a preguntar a Rachid Aglif cómo era posible que su terminal acabara asociado con las tarjetas relacionadas con la de la mochila de Vallecas.
 
Las tribulaciones de un juez
 
En realidad, el juez Del Olmo sí que intentó por otros procedimientos averiguar de dónde había salido ese terminal.
 
Como la Policía le había informado (el 29 de marzo de 2004) de que ese terminal había sido utilizado entre el 9 y el 13 de marzo con dos tarjetas relacionadas con la de la mochila de Vallecas, el juez Del Olmo envió una providencia a la Policía el 10 de mayo solicitándole información sobre el origen de una serie de terminales telefónicos, entre los cuales se encontraba el 350999101493269 de Rachid Aglif.
 
Al no recibir contestación, un año después, el 10 de mayo de 2005, el juez Del Olmo envió a la Policía un recordatorio en el que volvía a solicitar la misma información.
 
Cinco meses más tarde, el 5 de octubre de 2005, Del Olmo enviaba un segundo recordatorio, al no haber tenido contestación a su comunicación anterior.
 
Tres meses después, el 24 de enero de 2006, y con la causa ya a punto de cerrarse, Del Olmo enviaba un tercer oficio recordando que ese informe continuaba pendiente.
 
Finalmente, el 26 de enero de 2006 (casi dos años después de iniciarse las investigaciones), la Comisaría General de Información contestaba al juez informando de las tarjetas que habían funcionado dentro de ese terminal telefónico. En ese listado, se omitía toda referencia a esa tarjeta 653026047 con la que se efectuaron las falsas llamadas de despedida de Leganés.
 
Un mes más tarde, el 20 de febrero de 2006, la propia Comisaría General de Información enviaba una exhaustivo "Análisis sobre teléfonos investigados en el marco del sumario 20/04", en el que se proporcionaban, supuestamente, todos los datos relevantes sobre conexiones telefónicas. En ese informe se analizaban, tarjeta a tarjeta, todos los números telefónicos usados por los miembros de la trama. Para cada número, se indicaba en qué terminales había funcionado la tarjeta y se indicaba qué otras tarjetas habían funcionado también dentro de esos terminales. Eso permitía establecer la vinculación entre unos y otros teléfonos y, por tanto, entre unos y otros miembros de la trama.
 
En consecuencia, en ese informe se habla mucho del IMEI que a nosotros nos interesa (el 350999101493269), porque en él operaron muchas tarjetas distintas. El listado de tarjetas telefónicas usadas por ese terminal se proporciona en seis puntos distintos. Sin embargo, ninguna de esas seis tablas coincide, ni entre sí, ni con la tabla enviada el 26 de enero.
 
Es decir, entre enero y febrero de 2006, la CGI envía al juez Del Olmo dos informes en los que se incluye siete veces la tabla de tarjetas usadas por el terminal en cuestión, y ninguna de las siete tablas es igual a ninguna otra.
 
Pero hay dos cosas en las que todas esas tablas sí que coinciden:
  • en todas ellas se oculta que ese terminal se usó para efectuar las falsas llamadas de despedida de Leganés
  • en todas ellas se oculta que existe una llamada en mayo, mucho después de la explosión del piso, lo cual indicaría que el terminal no pudo estar dentro del piso de Leganés.
 
Con lo cual, el sumario concluyó sin que el juez Del Olmo llegara a saber cuál era el origen de ese terminal o a quién pertenecía, porque la CGI no llegó a incluir en ninguno de sus informes la atribución del teléfono a Rachid Aglif (sólo hace esa atribución en un documento auxiliar, dentro de una de las piezas separadas del sumario). Al igual que tampoco llegó a explicitar en ninguno de esos informes la relación que ese terminal (y, por tanto, Rachid Aglif) tenían con las llamadas de Leganés.
 
¿Y qué pasó con las falsas llamadas de despedida realizadas con la tarjeta 653026047 y el terminal 350999101493269, supuestamente desde Leganés? Pues que la CGI, que había detallado esas llamadas en un primer informe de fecha 3 de mayo de 2004, eliminó cualquier referencia a las mismas en los nuevos informes redactados posteriormente. De hecho, ni siquiera se han adjuntado al sumario los listados de llamadas de la tarjeta  653026047 entregados por Amena. Con lo cual, se perdió en el sumario del 11-M el rastro de esas falsas llamadas de despedida.
 
Se perdió el rastro de esas llamadas.. hasta ahora, cuando el tribunal ha vuelto a rescatar, quizá por error, o quizá con alguna otra intención, las llamadas realizadas con esa tarjeta.
 
¿Qué ocurrió realmente? ¿Quién realizó esas falsas llamadas de despedida? Teniendo en cuenta la secuencia de acontecimientos, sólo caben dos opciones:
 
  • o las falsas llamadas de despedida fueron realizadas por el propio Rachid Aglif, o por alguien de su círculo,
  • o Rachid Aglif entregó ese terminal a una tercera persona (distinta de los presuntos suicidas de Leganés), que se encargó de realizar esas llamadas simuladas.
 
Rachid Aglif habría tenido tiempo material de realizar las llamadas él mismo, porque no fue detenido hasta el día 6 de abril, a pesar de que su nombre ya aparece relacionado con la trama desde al menos dos semanas antes, a raíz de la detención de Rafá Zouhier y Suárez Trashorras. Pero cabe también la posibilidad de que fuera otra persona la que las efectuara. Sólo el propio Rachid Aglif podría aclarar a quién entregó aquel teléfono.

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