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Las cesiones del Gobierno en catorce meses de falsa tregua

El presidente del Gobierno maniobró casi en forma de súplica para que los terroristas declararan la falsa tregua. Antes de que llegase un solo gesto de la banda asesina Zapatero ya se presentó en el Congreso para reclamar el aplauso de sus socios y ponerse a negociar con los asesinos: siguió la violencia, la extorsión, las amenazas... y el atentado de la T-4. Sólo los populares se aferraron a la Ley de Partidos.

Primeras "víctimas" sin tregua: Puras, López Aguilar, Garzón
El presidente del Gobierno maniobró casi en forma de súplica para que los terroristas declararan la falsa tregua. Antes de que llegase un solo gesto de la banda asesina Zapatero ya se presentó en el Congreso para reclamar el aplauso de sus socios y ponerse a negociar con los asesinos: siguió la violencia, la extorsión, las amenazas... y el atentado de la T-4. Sólo los populares se aferraron a la Ley de Partidos.
(Libertad Digital) El PP fue el único partido que defendió entonces en la Cámara Baja la Ley de Partidos. Se aferró a ella mientras veía cómo el PSOE decía defenderla al tiempo que pactaba con los terroristas. El resto de partidos, entre tanto, aplaudían a Zapatero. El presidente dijo que la negociación sólo llegaría "en ausencia total de violencia". Nunca fue así porque esa violencia ha estado presente en los catorce meses de falsa tregua. En todas sus formas: el atentado de la T-4 de Barajas, con dos muertos, el incesante terrorismo callejero, con otro muerto, la extorsión, las amenazas, el robo de armas, las pruebas de nuevos explosivos, la preparación de bombas-lapa...
 
Todo esto fue ignorado por el presidente del Gobierno, empeñado en extender un optimismo que la realidad no encontraba por ningún lado. Y su optimismo siempre lo acompañó de cesiones. Como la violencia, también se escenificaron en todas sus formas. Y todas escandalosas. Quizá el símbolo de esa entrega sea la excarcelación de De Juana, pero no es el único ejemplo. En estos catorce meses ha habido soplos a ETA desde la Policía. Ocurrió a los dos meses de la declaración de la tregua trampa: el responsable de la trama de extorsión de ETA recibió un chivatazo sobre la operación policial que estaba a punto de ordenar el juez Grande Marlaska. Cuando Garzón volvió a su juzgado y se hizo cargo del caso sólo se pronunció para exculpar a Fernando Mariscal, el jefe de Seguridad del PSOE desde cuyo teléfono se realizó una llamada aquel 4 de mayo a un comisario de San Sebastián.
 
Conde Pumpido: un peón en la negociación
 
En la lista de cesiones también aparece la defenestración de Eduardo Fungairiño. Fue el fiscal jefe de la Audiencia Nacional que ha perseguido con más ahínco a los terroristas y no podía tener un hueco en el "proceso", como el Gobierno se empeñó en llamar eufemísticamente a la negociación con ETA. En su lugar Conde Pumpido colocó a Javier Zaragoza. Ya entonces era evidente el cambio de criterio de la Fiscalía. Luego llegó el escándalo sobre De Juana, con su rebaja de condena y al final la excarcelación, las maniobras para que Otegi no fuera juzgado por enaltecimiento del terrorismo, los pactos con los abogados de etarras... Y enfrente, las víctimas con el único apoyo del PP. Se dejaron notar en la calle, exigiendo a Zapatero que acabara con las cesiones, pero nunca fueron escuchadas por el Gobierno. Al revés, se desató en su contra la peor campaña jamás vista impulsada por un Gobierno del PSOE y sus socios. Resistieron.
 
Entre medias, Patxi López también se entregaba a ETA y aceptaba reunirse con Otegi. Era una condición de los terroristas. El PSOE también les daba satisfacción llevando la negociación al Parlamento europeo. El mismo día que ocurría esto se conocía que los etarras habían robado cerca de 300 armas en Francia. No dejaron de prepararse para seguir cometiendo atentados. Hicieron gala de ello en un acto de Batasuna-ETA en el que tres encapuchados leyeron un comunicado de la banda terrorista. Anunciaban que sólo dejarían de cometer atentados con la independencia. Terminaron su intervención con tiros al aire.
 
Las negociaciones siguieron pese al atentado de la T-4
 
Y llegó diciembre. ETA hizo saber en forma de comunicado que las negociaciones no iban por donde querían. Zapatero mantenía su optimismo. Tanto y tan alejado de la realidad que el día 29, haciendo balance del año, expuso que el "proceso" iba bien y que mejor iría dentro de un año. Mientras el presidente decía esto en La Moncloa la banda terrorista estaba colocando un coche bomba en la terminal 4 del aeropuerto de Barajas. Voló las instalaciones un día después. Dos personas fueron asesinadas. Zapatero estuvo desaparecido. En su reaparición se negó a anunciar la ruptura de las negociaciones. Sólo se interrumpieron. Y los etarras no dejaron de exigirle que cumpliera sus "compromisos adquiridos". 
 
No ocurrió lo mismo con las cesiones: ETA consiguió volver a las instituciones y, superado ya el 27-M, podrá gobernar en unos 25 ayuntamientos del País Vasco y Navarra. Tiene asegurada su financiación, tiene acceso al censo electoral para elegir a sus objetivos terroristas y ha tenido tres años para reorganizarse. ETA, que nunca se fue, está más fuerte que nunca. Zapatero, que empezó diciendo que anteponía la paz a la política, terminó invirtiendo los términos con la mirada puesta en las elecciones generales. Fue otro signo de debilidad que tampoco se le escapó a los terroristas.

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