Prescindiendo de que particularmente, me importe un bledo lo que digan El País y sus mariachis, la cosa tiene verdaderamente gracia. En concreto esa afirmación del Sr. Lissavetzky de que Gallardón "es un buen político pero un muy mal gestor". O lo que es lo mismo dicho en otras palabras: aparte de buen político, agua de borrajas.
Si a lo anterior le añadimos que lo de buen político tendría muchísimo que discutir, al menos lo de Político con mayúscula y lo dejamos en lo que los Yankees denominan "politician", tenemos el menú completo. Es decir: nada de primero; agua de segundo y de postre -como diría mi abuelo- la calle pa correr.