También en su día, sobre el papel, la Constitución del '78 parecía un texto de esmerada redacción y prometedora proyección. Treinta años después los politicastros y partidejos de Estepaís han hecho un uso abyecto y soez, con interpretaciones burdas y forzadas, para obtener sus fines tan bastardos como sus principios morales.
Quedó lindo el panfleto, pero... dicen en mi tierra (que es la España apartada y vilipendiada) que "hechos son amores, que no buenas razones".