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El Solitario ataca de nuevo, por Francisco Pérez Abellán

Este artículo fue escrito el 25 de mayo de 2007 para el suplemento de Fin de Semana de Libertad Digital. Francisco Pérez Abellán presenta el programa de Libertad Digital TV Caso Abierto.

Lleva aproximadamente diez años en el denostado oficio de atracar bancos. Suele estar menos de tres minutos en el interior de la sucursal elegida, y se lleva el dinero que hay sobre la mesa sin agotar todos los recursos. Es el Solitario, un tipo desconocido que utiliza un disfraz con peluca, barba y bigote. Suele andar fuertemente armado, con una Ingram Marieta, una pistola del 45 ó el revólver Magnum de Harry el Sucio.

Últimamente, el cerco de la policía lo está volviendo paranoico: cuando no encuentra dinero suficiente para lo que necesita, dispara al cajero. Puede que sea el primer signo de que su suerte se acaba.
 
Un grupo mixto de policías y guardias civiles le siguen los pasos desde hace meses. Eso no ha impedido que uno de sus últimos atracos tuviera lugar justo al lado de la que se ha llamado "la comisaría más grande de España" y que en realidad es la sede de la Comisaría General de Información y del Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista, situada en Canillas (Madrid).
 
El Solitario era un atracador entrenado, frío y discreto; hasta que empezó a perder los nervios. Su mala fortuna comenzó el 9 de junio de 2004, en Castejón (Navarra), cuando esperó en una vuelta de la carretera a dos agentes de tráfico que le perseguían. Cuando llegaron a su altura, los ametralló sin piedad. Así se convirtió en "presunto asesino", y su habilidad para burlar las medidas de seguridad de los bancos cayó en desgracia.
 
Hoy es un delincuente peligroso que necesita unos 5.000 euros al mes para solventar sus gastos y que, cuando se queda sin efectivo, vuelve a ponerse el disfraz, con su supuesto chaleco antibalas de porcelana, la chaqueta holgada y el maletín. A veces se apoya en una muleta metálica, otras se pone simplemente una perilla. En cualquier caso, logra confundirse con el paisaje con habilidad camaleónica.
 
Se sospecha que actúa con los dedos cubiertos de celofán para no dejar huellas y que ha recibido un disciplinado entrenamiento. Eso le capacita para seguir siendo un animal de sangre fría cuando las cosas se ponen mal. Por ejemplo, en aquel tiroteo de Vall d'Uxó (Castellón) que se saldó con la muerte de un policía local.
 
El Solitario no es como los bandidos románticos, Luis Candelas, José María el Tempranillo, el Pernales, aunque a éste último se le parece en crueldad (le llamaban como le llamaban porque tenía el corazón duro como el pedernal); es un producto de la nueva moda cibernética, y quizá hasta tenga una personalidad supuesta en Second Life y se tire las horas muertas jugando a ser otro en internet. O sea, como en la vida misma.
 
La impostura le lleva a representar un tipo de vida desahogada con sus vecinos. Hasta es posible que sus más íntimos ignoren su verdadera actividad. Una vez pelado como una cebolla de las distintas capas con que disimula, es posible que el sujeto grueso, peludo, de luengos cabellos y barbado se convierta en un ser nervudo y atlético, con la cabeza rapada o calvo. Desde luego, con diez años menos. De estas transformaciones de birlibirloque saben mucho los dibujantes que rematan los retratos-robot. Quizá a alguien con seso se le haya ocurrido facilitar todos los datos a uno de estos creadores para que plasme su verdadera facha.
 
Treinta atracos le definen, tres muertos a sus espaldas, dos heridos de capricho... y la insólita pretensión de conseguir a tiros que haya dinero bastante encima de la mesa (¿18.000 euros?) en todos los bancos del país, para cuando llegue él.
 
Según las últimas noticias, de su hazaña más reciente se llevó apenas para tirar unos cuantos días, por lo que es posible que ya esté preparando la siguiente. Cualquier día le estarán esperando. Los que le siguen a corta distancia pueden y deben adelantársele.
 
El Solitario tiene los días contados; y él mismo empieza a ser consciente de ello. Sus primeras artimañas, en las que se adornaba con frases cínicas para, por ejemplo, felicitar las Pascuas, han sido sustituidas por el efecto brutal de un disparo que provoca revuelo, lo que facilita la huida... y prevela que ya no es aquel delincuente confiado que salía sin mancharse hasta cuando silbaban las balas.
 
El efecto sorpresa pierde gas porque ya sabemos muchas cosas del personaje: elige sucursales situadas en pueblos pequeños y sin cámaras de seguridad en los alrededores (porque es seguro que se cambia a lo Supermán: nada más dar el golpe); viaja en un vehículo (antes era un 4x4 y ahora puede ser una furgoneta blanca. Esto quiere decir que llega de lejos, por carretera); estudia el objetivo y las vías de escape...
 
Todo indica que está obligado a seguir hasta que le atrapen. Se ha acostumbrado a un estilo de vida que no puede mantener de otra manera.
 
Había logrado que no se fijaran en él, con su pequeño goteo de robos, que mantuvo durante mucho tiempo, hasta que le perdió un brote paranoico y preparó la trampa mortal a los dos guardias de Castejón. Un doble asesinato que pone precio a su cabeza. Fue algo tan descabellado que hasta que balística relacionó el tiroteo de Vall d'Uxó con el de Castejón se creía que había sido un atentado de ETA.
 
Se persigue al Solitario, atracador y presunto asesino múltiple que, al albur de los tiempos, vive una Second Life con su peluca y sus pistolones. Si la necesidad le aprieta, estará al caer. A lo mejor entonces se descubre toda la mentira de su segunda vida, incluso que no sea en realidad un solitario.

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