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López Aguilar aplaza el Congreso del PSC a la espera de ser rescatado por Zapatero


El ex ministro remolonea con las riendas del PSOE canario. Se resiste a beber de ese cáliz, cuando todo está dispuesto para que lo apure en otoño y releve a Juan Carlos Alemán en la Secretaría General. De momento, Juan Fernando López Aguilar ha forzado un aplazamiento del XI Congreso regional a después de las Generales previstas para marzo de 2008. En las Islas, esta prolongación de la crisis del PSC, junto a estancias cada vez más prolongadas en Madrid, se interpretan como signos del mal disimulado deseo de López Aguilar de ser rescatado por Rodríguez Zapatero para un cargo de mayor rango que el de jefe de la Oposición en un Parlamento regional.

El ex ministro remolonea con las riendas del PSOE canario. Se resiste a beber de ese cáliz, cuando todo está dispuesto para que lo apure en otoño y releve a Juan Carlos Alemán en la Secretaría General. De momento, Juan Fernando López Aguilar ha forzado un aplazamiento del XI Congreso regional a después de las Generales previstas para marzo de 2008. En las Islas, esta prolongación de la crisis del PSC, junto a estancias cada vez más prolongadas en Madrid, se interpretan como signos del mal disimulado deseo de López Aguilar de ser rescatado por Rodríguez Zapatero para un cargo de mayor rango que el de jefe de la Oposición en un Parlamento regional.
L D (Víctor Gago) A estas alturas, la candidatura de Juan Fernando López Aguilar a la Secretaría General del PSOE canario tendría que tronar en la agenda política de este partido.
 
Su proyecto de renovación, las caras de su equipo, las líneas de Oposición al Gobierno regional de PP y CC presidido por el nacionalista Paulino Rivero,... todo debería estar ya definido y la actividad pre-congresual en las sedes del PSC en Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria debería ser frenética, en estos momentos.
 
En efecto, cuando Juan Fernando López Aguilar acató las instrucciones de José Blanco y Rodríguez Zapatero de salir del Gobierno y aventurarse como candidato autonómico en la ultraperiferia,  el compromiso implícito del PSOE con los electores isleños era dotarles de un nuevo líder del socialismo local, y no sólo de un nuevo presidente del Gobierno regional.
 
López Aguilar venía para quedarse y renovar un esclerotizado PSC, adicto a las formas burocráticas y la grisura orgánica que lo han mantenido en la Oposición durante los últimos quince años, y no como "un paracaidista" o un "candidato a la fuerza", como fue etiquetado por el PP, gracias a las facilidades que el propio López Aguilar dio para ello, con sus constantes chasquidos malhumorados cada vez que se le mencionaba la inminencia de su destitución como ministro y consigiuiente investidura como candidato ultramarino.
 
La candidatura de López Aguilar ganó con claridad las Elecciones, tal y como estaba previsto después de la intensa campaña que la Fiscalía y la Brigada de Información de la Policía desempeñaron para acosar y detener (en ocasiones, como la del alcalde de Mogán, sin que mediase una orden judicial) a gobernantes de PP y CC, siendo el propio López Aguilar el máximo responsable político de las actuaciones de la Fiscalía.
 
Al mismo tiempo, y como era también perfectamente previsible para cualquier observador minimamente informado de la singular realidad política isleña, López Aguilar quedó fuera del Gobierno por un pacto de CC y PP, causado, según Paulino Rivero que negoció en primer lugar con el atrabiliario líder socialista, por el maximalismo y el talante "ensoberbecido" de López Aguilar, que aterrizó en la alambicada política local "como un elefante en cacharrería".
 
Consumado el destierro, perpetrada la degradación de ministro plenipotenciario a consolador jefe del partido más votado y líder de la Oposición en el Parlamento de Canarias, y con el trago, en el horizonte inmediato, de tener que gobernar un partido plagado de aparatchiks resabiados y funcionarios recelosos,  el impetuoso catedrático de Derecho Constitucional se ha volatilizado de las otrora trompeteantes portadas periodísticas al son de sus diatribas furiosas y justicieras invectivas contra la corrupción rampante de tirios nacionalistas y troyanos populares.
 
Y eso que, pasado el fragor de la campaña electoral, el primer edil en caer detenido por corrupción ha sido el candidato socialista a la Alcaldía de San Bartolomé de Tirajana en 2003, Pacuco Guedes, quien, antes de entrar en el calabozo, terminó de sembrar el escándalo, metiendo en el ajo de sus presuntos cohechos y malversaciones al mismísimo ex ministro.
 
Los rumores sobre el estado de ánimo de López Aguilar son la comidilla diaria en Canarias, de un tiempo a esta parte.
 
Que si la oferta de Zapatero a Bono le ha hecho concebir esperanzas sobre lo suyo, hasta el punto de hacerle llegar al presidente su disposición a un encargo similar como presidente del Senado, lo que, según la misma versión, ha predispuesto contra el ex ministro a un Javier Rojo enterado del asunto por un empresario hotelero de las Islas y veterano socialista, en cuyo establecimiento suele alojarse el actual presidente del Senado cuando descansa en Gran Canaria.
 
Más rumores: que si lo que de verdad anhela López Aguilar es la Embajada española en Caracas, conjetura a la que se ha unido recientemente una variante parisina.
 
Evidencias de escapismo
 
Más allá o más acá de las habladurías, hay hechos concretos que invitan a analizar, como ha hecho LIBERTAD DIGITAL, que el eminente socialista no está cómodo en su nueva situación y hará lo posible por sortearla.
 
Hechos como que el hoy jefe de la Oposición no acudió a la toma de posesión de Paulino Rivero como presidente del Gobierno, en contra de las más elementales normas de cortesía y de una costumbre inveterada de los líderes políticos a través de las sucesivas eras de la política autonómica.
 
Hechos como que, tras la entrada en funcionamiento del nuevo Gobierno, López Aguilar ha caído en un estado escapismo digno del Gran Houdini.
 
Hechos como que, desde la consumación de su pase a la fría bancada opositora, ha pasado más tiempo en su domicilio privado de Madrid que en el de Las Palmas de Gran Canaria. En uno de esos programas televisivos de bufonadas satíricas a traición con los políticos que deambulan por calles y pasillos, se le ha visto recientemente como acompañante del ministro de Trabajo, y su semblante era notoriamente taciturno y patibulario.
 
Y hechos, en fin, como el conocido este jueves: el aplazamiento a la primavera de 2008 o, en todo caso, a después de las Generales, del Congreso regional que se supone debe investir a López Aguilar como nuevo secretario regional y líder plenipotenciario.
 
A favor del deseo del ex ministro de ganar tiempo sin que se note, ha jugado el hecho de que otros congresos de tronío del PSOE, como el de Valencia, se celebrarán después de las Generales.
 
En contra, en cambio, circula la evidencia de que hay Congresos igualmente morbosos, como el de la temible Federación Madrileña, que se celebrarán a la vuelta de las vacaciones de verano.
 
Además, en el caso del PSPV, el aplazamiento está justificado por la precaución de la Dirección Federal del PSOE de evitar todo riesgo de dar un espectáculo de división antes de las Generales.
 
El caso de Canarias, en cambio, es muy distinto. Se supone que, en las Islas, la alfombra roja está preparada para desenrollarse ante la llegada de López Aguilar al liderazgo del partido. Se supone que para eso lo enviaron a Canarias: a renovar el partido y a jubilar a la Dirección de Copito de Nieve (así se conoce, popularmente, al actual secretario general, Juan Carlos Alemán, de nívea cabellera) y no sólo a ganar las Elecciones.
 
Con todo a favor: unos Comicios ganados con claridad y un líder con cierto carisma después de orlas de ostracismo en sus salones nobles, el PSC se aferra a la tradición y elige la crisis antes que la renovación; el Prozac de sus melancólicos líderes, antes que el compromiso con los electores.

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