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LD (Víctor Gago) El PP está a un tris de ganar las próximas Elecciones Generales, si se dan ciertas condiciones.
 
La más favorable de todas sería que los Carnavales, la Semana Blanca, la Semana Santa y la cabalgata del Orgullo Gay coincidan en el mismo domingo electoral.
 
Si, además, luce bueno y la peña elige una rave en la playa en vez de tocar las narices a Aznar, miel sobre hojuelas. ¿Que Aznar no se presenta? Eso es porque usted, probo aunque incauto lector, todavía no ha puesto la SER, donde José Blanco lo está confirmando en directo ahora mismo. Corra, corra.
 
Las próximas Generales también serán contra Aznar, o el PSOE no moverá un pajullo del sofá de la Playstation.
 
Un zeppelín con la imagen del ex sobrevolará la Polis cargado de gas mostaza, como el globo de Joker en Gotham. Ante semejante éxito de taquilla, a ver quién es el niño o la niña que no se pide para Reyes su Batman Feminista.
 
Ayudaría, como segunda condición, que el PSOE conceda a Gabriel Elorriaga una campaña low profile para hablar "a futuro", "en positivo" y "constructivamente".
 
La mentira, el crimen, la traición, el analfabetismo esclavista de los demagogos, todas esas pasiones de la política, en fin, qué ordinariez, aunque el mismísimo Shakespeare las haya elevado a verdad de la buena, no dejan de ser el lecho de Procusto donde chasquean de puro fastidio los delicados tecnócratas.
 
Quizá si una legación de Génova visita Ferraz en misión diplomática, y le propone a José Blanco una campaña electoral con la etiqueta y el fair play propios de Wimbledon, en la que a un servicio Jesús Caldera para hacer de la cirugía plástica el quinto pilar del Estado del Bienestar –algún día habrá que llegar a los "Siete Pilares", más que nada para rematar la Casa o pisito de la Sabiduría–, corresponda un resto de Juan Costa para integrar inmigrantes a golpe de talonario; una campaña limpia del mundo al revés, en la que Rubalcaba sea el azote de la mentira mientras Rajoy invita a cenar a medio plató de televisión para demostrar que es cercano y está centrado, es probable que, en tales condiciones, el millón y pico de bebés-piraña que llevaron a Zapatero a la presidencia surfeando sobre la quijada de la verdad, se queden en casa ese domingo merendando placton.
 
Completa el abanico de opciones del PP la posibilidad de que el Ministerio de Trabajo adjudique a Intermoney la gestión en Bolsa de la hucha de las pensiones, una decisión capaz de hundir el sistema y arruinar las conclusiones del informe de coyuntura de BBVA que pronostican crecimiento a prueba de Zapatero.
 
A 3,5 puntos del PSOE, y con la verdad, la virtud y algunas faenas parlamentarias memorables de su parte, Rajoy tiene al alcance de la mano derribar al plantígrado de la propaganda y revertir la maldición de la prosperidad, todo de una tacada.
 
En 2004, con las despensas chorreando billetes, el PP lo tenía todo para seguir, aunque el PSOE hubiese ganado en las municipales del año anterior. El tiempo, constructor de simetrías, quiere ahora que las condiciones sean las mismas, pero los actores hayan intercambiado sus papeles.
 
Ahora, es Zapatero el principal beneficiario de la situación económica y Rajoy, del reciente triunfo del PP en las elecciones locales.
 
Maldita estadística.

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