(Libertad Digital) Con un día de demora con respecto a lo esperado, el Tribunal de Apelación de la FIA ha fallado en Londres en contra del recurso presentado por McLaren-Mercedes tras el Gran Premio de Brasil en el que, sobre la pista, Kimi Raikkonen se proclamó campeón. Este viernes, su título mundial ha tenido refrendo en los despachos, donde Ron Dennis y su equipo de abogados han tratado de dar una última vuelta de tuerca al campeonato a su favor.
Desde que acabó el Mundial, el pasado 21 de octubre, la escudería anglo-alemana ha utilizado un doble rasero en sus declaraciones y su alegato ante la FIA. A Hamilton le daba vergüenza ganar de esta manera, decía, y su jefe, Ron Dennis, no quería ganar el campeonato así, pero este jueves, su abogado, Ian Mill, decía todo lo contrario en la vista al pedir la recalificación de los pilotos de BMW Sauber y Williams-Toyota. La acusación contra ellos se basaba en que la temperatura de su carburante era inferior a la permitida, algo que podría mejorar el rendimiento de los bólidos.
Este tribunal ha deliberado dos días los hechos tras analizar dichas temperaturas. La decisión era difícil. Una hipotética exclusión de los pilotos de Williams-Toyota y BMW Sauber hubiera supuesto la reclasificación de Lewis Hamilton y, consiguientemente, se habría convertido campeón mundial en los despachos. Nico Rosber (Williams-Toyota) fue cuarto, mientras que los dos BMW Sauber, Kubica y Heidfeld, fueron quinto y sexto. El otro Williams-Toyota, el japonés Kazuki Nakajima, fue décimo.
Queda así cortado el tercer intento de Hamilton de ser campeón. El Tribunal de Apelación, "tras escuchar las explicaciones de ambas partes y después de examinar varios documentos y otras pruebas", decidió que "el recurso del equipo Vodaphone McLaren Mercedes es inadmisible".
El primer intento de Hamilton fue sobre la pista. El segundo, nada más bajarse del primer cajón del podio Raikkonen. Los comisarios de la carrera investigaron la supuesta irregularidad, aunque decidieron no penalizar a las escuderías citadas por entender que no podían precisar con exactitud la temperatura ambiente de ese día en Sao Paulo, donde se disputó la carrera. El combustible, al término de la prueba, estaba entre los 23 y 25 grados. Según la normativa, este valor nunca debe estar más de diez grados centígrados por debajo a la temperatura ambiente, ya que cuanto más fría este la gasolina, mejor rinden los motores.