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La Eurocámara se rinde a la persuasión cosmopolita de la eurodiputada Cortines (PP)

La profesora Cristina Gutiérrez-Cortines sobrelleva con estoicismo el recelo de los contribuyentes por el trabajo de los eurodiputados. El sambenito de absentistas es toda una ironía, aplicado a una de las académicas más brillantes, cosmopolitas y laboriosas del PP. El pasado 14 de noviembre, se convirtió en la primera eurodiputada española en sacar adelante una Directiva en la Eurocámara, un reto que el Grupo Popular Europeo le confió un año antes y al que se ha dedicado con tal energía, claridad estratégica y talento político para componer acuerdos, que los portavoces de todos los grupos, casi sin excepción, iniciaron sus intervenciones ante el Pleno con palabras de reconocimiento y admiración a su colega española.

La profesora Cristina Gutiérrez-Cortines sobrelleva con estoicismo el recelo de los contribuyentes por el trabajo de los eurodiputados. El sambenito de absentistas es toda una ironía, aplicado a una de las académicas más brillantes, cosmopolitas y laboriosas del PP. El pasado 14 de noviembre, se convirtió en la primera eurodiputada española en sacar adelante una Directiva en la Eurocámara, un reto que el Grupo Popular Europeo le confió un año antes y al que se ha dedicado con tal energía, claridad estratégica y talento político para componer acuerdos, que los portavoces de todos los grupos, casi sin excepción, iniciaron sus intervenciones ante el Pleno con palabras de reconocimiento y admiración a su colega española.
LD (V. Gago) El comisario Dimas Stavros fue el primero en destacar el trabajo de esta mujer menuda, culta e infatigable. Y, cosa insólita, la eurodiputada socialista María Sornosa se descubrió ante la capacidad de su adversaria para trenzar posiciones distantes, durante un largo año de reuniones en tres idiomas –español, inglés y francés– que Gutiérrez-Cortines, catedrática de Historia del Arte, domina con perfección. La víspera de la votación en el Pleno de la Eurocámara, Cristina Gutiérrez-Cortines lideraba reuniones y contactos frenéticos hasta bien entrada la madrugada para apurar las opciones de adhesión a su propuesta.
 
Al final, se aprobó una Directiva sobre la Política del Suelo que quizá no sea un modelo de política liberal, pero que, como comentó la eurodiputada a un pequeño grupo de periodistas desplazados desde España para seguir el debate en la Eurocámara, "pudo ser mucho más intervencionista, tal y como llegó el mandato al Parlamento, procedente de la Comisión. Hemos conseguido convertirla", nos explicó, "en un instrumento más eficaz para la conservación del suelo, simplemente fijando unos objetivos de calidad del suelo, sin necesidad de agobiar a los Estados miembros con políticas y plazos concretos".
 
En efecto, Bruselas pretendía una regulación más abrasiva. La eurodiputada española dio la vuelta a la propuesta inicial mediante el meticuloso y paciente tejido de una red de afinidades. Su visión del principio de subsidiariedad ha resultado una innovación más persuasiva de lo previsto. De hecho, la principal aportación de la Directiva Cortines, como se la conoce ya, no es su contenido normativo sobre la conservación del suelo, sino la doctrina que funda sobre el rol de la Unión Europea.
 
Para la parlamentaria del PP, la nueva Directiva sobre el Suelo "puede contribuir a redefinir el papel de la UE, no como un super-Estado productor de normas, sino como legislador de un Derecho basado en pautas y objetivos compartidos por los Estados miembros, con flexibilidad de los métodos para alcanzarlos, que seguirían competencia de los Estados miembros".
 
Nueve de los 25 países de la UE tienen legislación sobre el suelo. El encargo de la Comisión al Parlamento surgió de la decisión de los ministros de Medio Ambiente de ir hacia un régimen armonizado de protección del suelo, especialmente del suelo agrícola, frente a fenómenos como la erosión o la pérdida de nutrientes para los cultivos, fruto de un uso demasiado intensivo o inadecuado.
 
La Directiva Cortines justifica la intervención comunitaria, entre otros motivos, en que "la degradación del suelo o su mejora tienen un impacto fundamental en otros campos de interés" social, como "la protección de las aguas superficiales y subterráneas, la salud humana, el cambio climático, la protección de la naturaleza y la biodiversidad, y la seguridad alimentaria".
 
La eurodiputada popular defiende la Directiva que acaba de aprobarse como un instrumento "bastante liberal, en la medida en que es bastante flexible con el ritmo de adaptación de los Estados a los objetivos que se han acordado". Se trata de una opinión controvertida, como puso de manifiesto el intenso debate plenario, antes de la aprobación. Diputados conservadores británicos y holandeses fueron los más reticentes. No querían ni oír hablar de nuevas cargas administrativas sobre los agricultores. Para Los Verdes, en cambio, la Directiva era demasiado blanda, y pidieron su reforma para imponer prohibiciones y trámites burocráticos concretos.
 
Lo liberal genuino de esta experiencia de éxito del parlamentarismo español en Europa ha sido la clara visión del acuerdo que ha tenido la ponente del PP y su inteligencia para atravesar siglas e ideologías para componerlo. Entre sus compañeros de Grupo, líderes de la delegación española como Pilar del Castillo o Alejo Vidal Quadras nos reconocían la brillantez del trabajo de su compañera.
 
De sólida formación humanística, Cristina Gutiérrez-Cortines es una europeísta vocacional, conocedora de las profundas raíces civilizadoras que sostienen el árbol político europeo.
 
Catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Murcia, la ex consejera de Educación esta región saca tiempo para seguir investigando en un campo, el del arte medieval y el del renacimiento, en el que es una de las autoridades más prestigiosas de Europa.
 
Sin desfallecer de la frenética actividad parlamentaria que la ha hecho célebre y respetada por toda la Cámara –elegida por primera vez hace ocho años, éste es su segundo periodo legislativo–,  continúa dirigiendo tesis doctorales, tiene siempre libros de poesía y de pensamiento a mano –en la mesa de su despacho de Estrasburgo, sobresale un ejemplar abierto de El hombre y lo divino, de María Zambrano–, lidera el prestigioso Master sobre Arte Contemporáneo de la Fundación Botín y, por si fuera poco, está al frente de una audaz iniciativa local a favor de la cultura del agua, las Mujeres por el Agua de Murcia.
 
Todo indica que la España gobernada por el PP dejó escapar una ministra dotada, emprendedora, tenaz y con uno de los currículos académicos más sólidos y reconocidos de la familia liberal-conservadora.
 
Ahora, además, la acompaña un sonado éxito como negociadora europea. Rajoy está a tiempo de remediar este descuido, si gana las próximas elecciones.

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