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DISCURSO ÍNTEGRO DE JOSÉ MARÍA AZNAR

Debido a la brillantez del discurso del presidente de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, José María Aznar, pronunciado este lunes en el Hotel Intercontinental de Madrid, procedemos a su reproducción íntegra a continuación. El ex presidente del Gobierno se pronunció en estos téminos en la presentación del libro de John O'Sullivan: "El Presidente, el Papa y la Primera Ministra". 

(Libertad Digital) Sr. John O´Sullivan, señoras y señores, queridos amigos, muy buenas tardes. Quiero darles a todos las gracias por acompañarnos hoy en la presentación de este libro de John O´Sullivan, El Presidente, el Papa y la Primera Ministra. Con éste ya son 18 los títulos publicados por nuestra joven editorial, Gota a Gota. Vendrán muchos más, se lo aseguro, e intentaremos hacer un esfuerzo para que sean tan buenos como éste.
 
Quiero dar las gracias muy especialmente al autor, y no sólo por haber viajado desde California para acompañarnos hoy en esta presentación.
 
Yo te quiero dar las gracias, John, ante todo, por haber escrito este libro, que nos permite, de una sentada, reivindicar a tres colosos del optimismo, de la determinación y del coraje en la defensa de la libertad.
 
Nos permite recuperar el ejemplo de tres campeones de la libertad. Nos permite defender el legado de tres líderes que creían en la primacía de la dignidad humana. Nos da la oportunidad, en definitiva, de rendir merecidos honores a tres ejemplos de lo que es y debe ser la claridad moral.
 
Te quiero dar las gracias, John, por haber reunido en este imprescindible libro la Historia de la victoria de la democracia liberal frente a la tiranía comunista; la Historia del derribo del Muro de la Vergüenza ; la Historia del final de la Guerra Fría ; la Historia del triunfo de la esperanza frente a la resignación; la Historia del éxito del optimismo, de la valentía y de la libertad. Por haber escrito, en definitiva, un capítulo imprescindible de la Historia de la victoria de la libertad sobre sus enemigos.
 
John O´Sullivan relata este apasionante capítulo de la historia universal de la mano de sus tres imprescindibles protagonistas: Ronald Reagan, Margaret Thatcher y Juan Pablo II.
 
Por si alguien tiene alguna duda, me gustaría despejarla. Creo que la publicación de este libro es especialmente oportuna. El testimonio del optimismo, la valentía, la firmeza, la determinación y la claridad moral de Ronald Reagan, de Margaret Thatcher y de Juan Pablo II debe ser hoy una referencia indispensable para enfrentarnos con éxito a los nuevos enemigos de la libertad. Necesitamos sus ideales, su ejemplo, su determinación y su firmeza si queremos tener éxito.
 
Admiro la contagiosa simpatía con la que el presidente Reagan transmitía sus sólidos principios, el coraje y la valentía para ir contra corriente que siempre tuvo la primera ministra Thatcher y la indiscutible autoridad moral del Papa Juan Pablo II. Las firmes convicciones de estos tres gigantes del siglo XX nos enseñaron con qué materia debe estar construido el liderazgo.
 
Los tres tenían una gran capacidad para conectar con la gente normal, porque los tres hablaban muy claro. Llamaban a las cosas por su nombre. No les asustaba la verdad. Por eso molestaban y molestan tanto a quienes buscan ocultar su falta de principios en un torrente de palabras.
 
Precisamente porque hablaban muy claro lograron exasperar a todos aquellos que desprecian a la gente normal. A todos los que, desde sus atalayas de supuestos creadores de opinión, pretenden dictarnos lo que debemos sentir y lo que debemos opinar. A todos los que utilizan la tiranía de lo políticamente correcto para intentar minar nuestros valores, nuestros sentimientos y nuestra libertad.
 
Juan Pablo II, a quien tuve oportunidad de tratar y conocer personalmente, me dijo en una ocasión: “El comunismo te robaba el alma”. No hay mejor definición del objetivo del totalitarismo: robar el alma. Peor que una dictadura, peor que una tiranía, el totalitarismo busca robarte el alma y con ello laminar tu libertad.
 
El totalitarismo, ese invento político del siglo XX, ha escrito páginas en la Historia tan terribles como la Gran Purga de Stalin en 1937, de la que ahora se cumplen 70 años, Auschwitz y todos los campos de concentración nazis, el GULAG soviético, las matanzas de eso que se llamó la Revolución Cultural maoísta o las montañas de calaveras de la represión de Pol Pot en Camboya. El totalitarismo, que se vistió en el siglo XX de nacional-socialismo y de comunismo, intenta, como afirmó el Papa, robarle al hombre su alma.
 
El Presidente, el Papa y la Primera Ministra no se resignaron ante un mal moral que intentaba robarle el alma a cada persona. Juan Pablo II había visto, en su Polonia natal, cómo la libertad y la dignidad de la persona lograban sobrevivir a la maquinaria totalitaria del nazismo y el comunismo.
 
Los otros dos protagonistas no lo habían sufrido en carne propia, pero tuvieron la valentía de no mirar para otro lado y de no resignarse a aceptar como inevitable un sistema político que negaba lo esencial de la persona: su dignidad y su libertad.
 
Reagan, Thatcher y Juan Pablo II no dejaron solos a todos los que, con riesgo de años de cárcel o incluso de su vida, no se rendían ante los que querían robarles el alma. Respaldaron a los disidentes con la mayor de sus energías.
 
Los dos experimentos totalitarios del siglo XX fracasaron. Su fracaso comenzó, en realidad, cuando una pequeña minoría decidió rebelarse. La rebelión contra el comunismo comenzó en Berlín en 1953. Fue aplastada, pero renació en Hungría en 1956. Volvió a ser aplastada, y renació en Praga en la Primavera de 1968. La aplastaron de nuevo, pero la batalla final a favor de la libertad empezó en Polonia a principios de los años 80.
 
John O´Sullivan relata una anécdota que refleja la naturaleza de la rebelión de los polacos contra el totalitarismo comunista. Cuenta que a un minero polaco, que trabajaba muy duro a cambio de un salario mísero, le preguntaron por qué alguien desearía ser cristiano en un Estado comunista. Ese hombre libre contestó: “Para alabar a la Virgen y fastidiar a éstos”. Esto es lo que dijo éste minero polaco.
 
Reagan resumió en cinco palabras su teoría de la Guerra Fría : “Nosotros ganaremos y ellos perderán”. Reagan, en efecto, ganó. Y los otros, es decir, los del socialismo real, perdieron. Fue esa voluntad de triunfo lo que hizo posible la victoria de la democracia y la libertad. Thatcher, por su parte, explicitó con claridad lo había que hacer tras el derribo del Muro: “El principal objetivo es llevar la democracia a toda Europa oriental”, afirmó.
 
 
 
Es la misma claridad y esperanza que Juan Pablo II transmitió con sus palabras más conocidas: “No tengáis miedo”. Ése no sólo fue el primer mensaje de su papado. Hace tres años, cuando se cumplía el 15 aniversario del derribo del Muro de la Vergüenza , celebramos en FAES unas jornadas para conmemorar ese rotundo éxito de la libertad.
 
El Muro se hizo añicos, en palabras de Juan Pablo II, porque “la sed irresistible de libertad tiró abajo muros y abrió puertas”. Lo celebramos en su 15 aniversario y volveremos a hacerlo en noviembre de 2009, cuando se cumpla el 20 aniversario de aquel triunfo. Nos volcaremos en esa conmemoración, a la que están todos ustedes invitados.
 
En la celebración del 15 aniversario nos acompañaron personas que vivieron de cerca el desplome del comunismo. Uno de ellos, Bronislaw Geremek, fundador del sindicato polaco Solidaridad, rememoró lo importante que para Polonia fue que el Papa proclamara en Varsovia que no había que tener miedo.
 
Geremek recordó que sobre la gran puerta del astillero en huelga, bajo el rótulo “Astillero Naval Lenin” se encontraba el retrato de Juan Pablo II. Fue así, nos contó Geremek, cómo los obreros que se habían levantado contra ese régimen que se llamaba obrero -y que se sustentaba en un partido único que también presumía de obrero- rendían homenaje a su Papa polaco que les había dicho en una plaza de Varsovia: “No tengáis miedo”.
 
De eso se trata, también, hoy: de no tener miedo. Los tres demostraron lo importante que es no tener miedo incluso cuando el ¬ intenta segarte la vida. Los terroristas lo intentaron con los tres. Intentaron lo que intentan siempre los enemigos de la libertad: acabar físicamente con la vida de quienes defienden la libertad con una fuerza y un liderazgo que los convierte en los peores enemigos del totalitarismo.  
 
En los tres casos los enemigos de la libertad obtuvieron un triple fracaso. Las balas que hirieron a Juan Pablo II y a Ronald Reagan estuvieron a punto de segar sus vidas. Pero no pudieron acabar con su determinación de luchar por lo que creían.
 
Todos recordamos el siniestro atentado terrorista contra  Juan Pablo II organizado por los servicios de inteligencia comunistas y perpetrado por Alí Agca.
 
Su objetivo era acabar con quien representaba una grave amenaza para el socialismo real sin otra arma que la palabra, sin otra herramienta que su discurso de amor al prójimo y libertad.
 
Las ganas de vivir de Juan Pablo II fueron más fuertes, como también fue más fuerte el deseo de vivir en libertad de cientos de millones de ciudadanos oprimidos por el comunismo. Margaret Thatcher no resultó herida. Como cuenta O´Sullivan, Thatcher “no estuvo ni a tres ni a seis centímetros de la muerte; estuvo exactamente a dos habitaciones de la muerte. Y se salvó gracias a la sólida estructura del Grand Hotel” de Brighton. El IRA atentó contra ella en 1984.
 
 
 
Los terroristas fracasaron y la primera ministra les dio una lección manteniendo al día siguiente el congreso de su partido para plantarles cara al declarar solemnemente que “Todos los intentos del terrorismo por destruir la democracia fracasarán”.
 
Fracasarán si se les planta cara con la determinación de luchar contra ellos hasta derrotarlos. Fracasarán si se les planta cara, desde la humilde experiencia de quien también ha vivido en carne propia un atentado terrorista.
 
Y no fracasarán, sino que serán cada día más fuertes, si nuestra respuesta a sus inadmisibles amenazas es la retirada o los intentos de apaciguamiento.
 
Queridos amigos, en España eso lo sabemos muy bien. Llevamos casi 40 años sufriendo el ataque continuo de una banda terrorista que tiene como primer objetivo acabar con España. Quieren que España deje de ser España, para imponer a continuación su desvarío totalitario en una parte de España. Y sabemos muy bien que cuando los terroristas han estado más débiles es cuando la democracia española ha tenido como objetivo su derrota utilizando todas las armas del Estado de derecho.
 
Estuvieron acorralados cuando fuimos a derrotarles: a derrotar a los que matan y extorsionan; y también a derrotar los que apoyan, jalean, financian y dan cobertura política a los que matan y extorsionan. Entonces estuvieron acorralados.
 
Bastaba con perseverar en esta misma política para derrotar definitivamente a los terroristas en poco tiempo. Pero alguien decidió desviarse del camino.
 
Negociar políticamente con los terroristas es darles un balón de oxígeno. Asumir como propio su lenguaje, plegarse a sus métodos de mesas extraparlamentarias y abrirles la puerta de nuestras instituciones democráticas no es sólo una vergüenza para cualquier demócrata.
 
Es, ante todo, un rearme moral que se convierte en justificación de crímenes pasados y coartada para asesinatos futuros. No es cierto que los terroristas asesinen de forma irracional. Son inmorales, pero no irracionales. Tienen una racionalidad criminal. Y esa racionalidad criminal contabiliza el resultado de sus crímenes y de sus amenazas. Si con sus crímenes y sus amenazas ven que avanzan en sus objetivos, su racionalidad criminal entenderá que es rentable seguir cometiendo crímenes y seguir amenazando.
 
El resultado está a la vista de todos. Están políticamente más crecidos que nunca. Las cesiones y la política de apaciguamiento no les han convencido para dejar de matar. Hace sólo una semana asesinaron a dos guardias civiles que trabajaban para garantizar nuestra seguridad y nuestra libertad.
 
Quiero reiterar desde aquí toda mi gratitud,  todo mi afecto y mi más sincero reconocimiento a las familias de los guardias Raúl Centeno y Fernando Trapero, a la Guardia Civil y a todos los que sirven en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
 
A todos ellos me gustaría decirles que la muerte de Raúl y de Fernando no ha sido en vano. Que España luchará sin descanso hasta derrotar al terror. Que su esfuerzo y su sacrificio han merecido la pena porque gracias a ellos se construye el futuro de una España en libertad.
 
Esa lucha decidida contra el terror sólo triunfará si evitamos tanto los atajos a la ley como la tentación del apaciguamiento. Si luchamos contra el terror  con todas las armas de la ley hasta su derrota.
 
Éste es el principio que guió siempre nuestra acción de Gobierno. Y todos los españoles saben que ese principio –derrotar al terror con la ley, con toda la ley, pero sólo con la ley- basará la lucha contra los terroristas del Gobierno del Partido Popular que ganará en marzo las próximas elecciones. Todos los españoles lo saben.
 
Queridos amigos, los terroristas intentaron asesinar a Reagan, al Papa y a Thatcher. Les convenía quitarse de en medio a estos tres colosos. Los terroristas fracasaron, por suerte para todos. Por suerte, sobre todo, para todos aquellos que lograron zafarse del yugo del comunismo.
 
John O´Sullivan cita una frase muy conocida del discurso que pronunció Ronald Reagan en Westminster hace ya 25 años. En ese junio de 1982, después de recuperarse de su atentado, Reagan afirmó: “El avance de la libertad y la democracia en todo el mundo dejará al marxismo-leninismo en el basurero de la Historia , como ha dejado a otras tiranías que ahogan la libertad y amordazan la libre expresión del pueblo”.
 
Acertó de lleno, por suerte para todos. El marxismo-leninismo descansa hoy con todos los honores en el basurero de la Historia. Pero ni en 1982 tras el discurso de Westminster, ni en 1989 tras el derribo del Muro de la Vergüenza , ni hoy con todo lo que ha pasado, quienes añoran imponernos su ingeniería social admitirán su error.
 
No admitirán que sus arrogantes teorías de prometer el Cielo en la Tierra a base de recortar la libertad del individuo sólo sirven para convertir la Tierra en un Infierno. Al contrario. Han readaptado su error a los nuevos tiempos.
 
Nos inventan el socialismo del siglo XXI, ¡cómo si no hubiéramos tenido bastante represión y muerte con el socialismo del siglo XX!, y se afanan en destruir la libertad y las posibilidades de prosperidad de los países de América Latina.
 
Pero el afán de libertad es imparable, como demostraron los venezolanos el 2 de diciembre en una lección de coraje y democracia. Otros entienden, amparan y justifican las amenazas del extremismo islámico, ¡cómo si no estuviera ya absolutamente claro que el islamofascismo es la principal amenaza totalitaria de nuestros días!
 
No creo que intentar apaciguar a quienes pretenden imponer una teocracia totalitaria sea el mejor modo de preservar los valores de la democracia, la libertad y la dignidad del individuo. Y otros, entre ellos, muchos de los que se autodenominan intelectuales, se niegan a aceptar el fracaso ideológico del socialismo, prefieren seguir viviendo en la escombrera ideológica de los restos del Muro de Berlín y, además de todo ello, pretenden seguir dando lecciones desde su atalaya de relativismo moral; una atalaya desde la que todo es posible, todo es justificable, salvo -¡claro está!- la defensa de la libertad y la dignidad del hombre.
 
Sólo desde esa dictadura del relativismo se pueden hacer afirmaciones tan sofisticadas como que no es cierto que la verdad nos hace libres sino que la libertad nos hace verdaderos o que los terroristas son hombres de paz.
 
Yo, que soy menos intelectual, creo que hay verdades, que hay valores, que hay principios. Creo que la libertad y la dignidad del hombre no son discutibles ni negociables. Y que merece la pena luchar por ellas.
 
Queridos amigos, ni a Reagan, ni a Thatcher, ni a Juan Pablo II les perdonaron que tuvieran principios y el valor de defenderlos. Que ganaran la batalla de las ideas y que acabaran con el Muro Berlín y con todo lo que ello significaba. Tampoco se lo perdonaron a sus sucesores. Ni a ellos ni a quienes intentamos seguir su ejemplo.
 
Yo creo, como ellos tres, que “la libertad no es la prerrogativa exclusiva de unos pocos afortunados, sino el derecho inalienable y universal de todos los seres humanos”. Y esa convicción de que la libertad es un derecho inalienable para todos es aplicable aquí en Madrid; en todos y cada uno de los pueblos y ciudades del País Vasco; en la aldea más recóndita de Venezuela; en la prisión mas insalubre de Cuba, como bien sabe Héctor Palacios, que hoy nos acompaña, y que ha sufrido 12 años de reclusión en las cárceles castristas.
 
Y también es aplicable en Irak, en Afganistán, en el Líbano… La libertad debe defenderse, sobre todo, allí dónde está siendo atacada, aunque eso moleste a los campeones de la corrección política.
 
John termina su libro con una afirmación con la que sólo estoy parcialmente de acuerdo. Él dice que “Hoy nos enfrentamos a problemas muy diferentes” de los que Reagan, Thatcher y el Papa encararon con éxito.
 
No son problemas tan diferentes, opino yo. John añade: “Pero nos asisten todas las razones para tener esperanza porque podemos decir que hoy tenemos una ventaja que nunca habíamos tenido. Tenemos el ejemplo que ellos nos han dejado”. En esto sí estoy completamente de acuerdo.  
 
El presidente, el Papa y la primera ministra lucharon contra el totalitarismo comunista. Y superaron las trabas que les fueron poniendo todos los que, disfrutando de la libertad de Occidente, querían claudicar ante ese implacable enemigo de la libertad.
 
Nosotros tenemos hoy su ejemplo para luchar también contra los enemigos de la libertad que les han tomado el relevo, y para superar los obstáculos que van colocando sus siempre solícitos colaboradores. Como dijo Reagan aquel memorable día de junio, “podemos preguntarnos ¿qué tipo de personas  somos? Y podemos contestarnos: Somos personas libres, dignas acreedoras de nuestra libertad, y dispuestas a mantenerla, y también a ayudar a otros a ganar su libertad”.
 
Muchas gracias
 
 

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