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Causa y origen de la crisis financiera

La crisis de las hipotecas subprime tiene su origen en la laxa política monetaria de los últimos años propia de los bancos centrales. Los bajos tipos de interés permitieron a multitud de prestatarios de dudosa solvencia acceder al crédito necesario para realizar grandes inversiones (tanto inmobiliarias como empresariales) que, en la actualidad, se han demostrado insolventes o poco rentables. El “exceso de liquidez” de antaño se ha convertido en una restricción del crédito internacional. En esencia, los reguladores centrales han incentivado un abultado endeudamiento sin el lógico respaldo de un ahorro previo.

La crisis de las hipotecas subprime tiene su origen en la laxa política monetaria de los últimos años propia de los bancos centrales. Los bajos tipos de interés permitieron a multitud de prestatarios de dudosa solvencia acceder al crédito necesario para realizar grandes inversiones (tanto inmobiliarias como empresariales) que, en la actualidad, se han demostrado insolventes o poco rentables. El “exceso de liquidez” de antaño se ha convertido en una restricción del crédito internacional. En esencia, los reguladores centrales han incentivado un abultado endeudamiento sin el lógico respaldo de un ahorro previo.
(Libertad Digital) El pasado mes de agosto estalló la conocida crisis de las hipotecas basura (subprime) en EEUU. Sin embargo, la explosión de dicha burbuja constituye tan sólo uno de los efectos perversos que a lo largo de estos últimos años ha propiciado la política de expansión crediticia propia de los bancos centrales.
 
Los tipos de interés cayeron en EEUU desde el 6,5 por ciento en diciembre del 2000 hasta el 1 por ciento en junio de 2003, nivel en el que se mantuvieron durante un año.
 

 
“Esta "oscilante política de tipos de la Fed es la causa primera de la crisis de las hipotecas subprime que estalló el pasado mes de agosto. En primer lugar, los bajos tipos de interés permitieron a multitud de prestatarios de dudosa solvencia acceder al crédito necesario para adquirir una vivienda. Al concertar préstamos a tipo variable, estratos muy importantes de la población que no se habrían planteado adquirir una vivienda en propiedad, afluyeron en tropel al mercado inmobiliario”, según explica el Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana (OCE) en su boletín dedicado a esta materia.
 
Y es que, “cuando los bancos pueden encontrar la liquidez que necesitan a un bajo coste, de inmediato trasladan esa liquidez barata a préstamos más asequibles”. Sin embargo, “los efectos de la política monetaria expansiva no se han dejado sentir solamente en el sector de la vivienda. Desde 2001 las empresas también vienen siguiendo peligrosas estrategias financieras, como son la creciente exposición a los tipos de interés a corto plazo debido tanto a la emisión de papel comercial como de bonos con tipo variable”, advierte.
 
Según el OCE, “los bajos tipos de interés insuflan grandes cantidades de liquidez en los mercados que permitieron un roll-over transitorio de las deudas a corto”. Es decir, invierten a largo y se endeudan a corto plazo. De este modo, “las compañías creen poder utilizar de manera permanente el papel comercial beneficiándose de los bajos tipos de interés del mercado monetario. Al igual que las SIV (un tipo de fondo de inversión), la estrategia consiste en lucrarse a través del arbitraje entre el alto rendimiento de las nuevas inversiones y el bajo tipo de interés de la deuda a corto plazo”, explica este organismo.
 
Este proceso tuvo lugar tanto en EEUU como en la zona euro. “Dicha sobreemisión de papel comercial sitúa a las empresas en una evidente situación de riesgo de liquidez por motivos análogos a las SIV: sus proyectos maduran más tarde que su deuda, de modo que si son incapaces de renovarla, tendrán que liquidar parte de sus activos para pagar a sus prestamistas”.
 

 
“Lo mismo sucede con los préstamos a tipo variable. Las empresas tratan de beneficiarse de los tipos a corto transitoriamente bajos fijados por el Banco Central y empiezan a estar dispuestas a asumir los riesgos de una escalada futura en los tipos de interés (en muchos casos, confiarán incluso en que los tipos de interés no vuelvan nunca a subir a los niveles anteriores)”, añade el Observatorio.
 
Toda esta escalada, se derrumba como un castillo de naipes en 2007, con el estallido de las subprime y su contagio al conjunto del mercado financiero internacional que, como consecuencia, ha originado una contracción del crédito. Dicha estrategia provocó que “la solvencia de los prestamistas (familias y empresas) estuviera a su vez fuertemente condicionada por los tipos de interés. Primero, por el riesgo de interés que soportaban. Segundo, porque una subida de tipos incrementaría el desempleo en ciertos sectores sobredimensionados como la construcción (lo que se traduciría en una pérdida de renta con la que pagar la deuda para muchas familias) y porque las empresas tendrían dificultades para refinanciar el papel comercial a tipos competitivos”, explica el OCE.
 
Pero, ¿cómo se suceden los acontecimientos? El ex profesor del IESE y presidente del Grupo Sonnenfeld, Leopoldo Abadía, expone en un reciente informe, paso por paso, la evolución de la crisis financiera actual. Al margen de los complejos productos financieros ideados por los bancos para incrementar su rentabilidad, Abadía muestra cómo la política monetaria de los bancos centrales, así como las normas financieras ideadas por los poderes públicos incentivaron el surgimiento de esta arriesgada estrategia consistente en endeudarse a corto plazo y acudir a los instrumentos de titulación de créditos (ver documento adjunto).
 
El exceso de liquidez conllevó un sustancial y arriesgado apalancamiento que, hoy, se traduce en pérdidas económicas y restricción de liquidez.  
 

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