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Carta de Imelda Navajo, editora

Este libro, como escribe su autor en la cita de Miguel Hernández que abre sus páginas, es un libro sobre la muerte, sobre la vida y sobre el amor en Antonio Herrero. Hoy, que se celebra el décimo aniversario de su muerte, La Esfera y Luis Herrero hemos querido dar homenaje a un hombre que ha sido y es un símbolo del periodismo más independiente de nuestro país, del que no quiere deber favores a los poderosos, del que busca la verdad aunque sea incómoda.
 
Al mismo tiempo es el relato de una amistad entre el autor y su biógrafo. Desde que se conocen nada menos que en tercero del bachillerato de entonces hasta el día de su muerte. Una amistad que les unió también en sus destinos profesionales, en Antena 3 y en la COPE, y que creó un vínculo de fidelidad indestructible.
 
Y por último estamos también ante un libro que recoge una parte de la historia del periodismo de estos últimos veinticinco años, la que vivieron unos profesionales desde la fundación de Antena 3 radio en 1992 hasta la actualidad.
 
Los capítulos más biográficos describen a Antonio Herrero en todas sus facetas. Desde su personalidad, un individuo inquieto desde niño, un temperamento apasionado y libre, amante del deporte, del juego de la caza, de la fotografía, del arte. Un ser que buscaba ante todo sentirse vivo en todos los instantes, y con un profundo sentido de la amistad. Pero que al mismo tiempo necesitaba sus momentos para estar solo y recuperar la sensación de que no dependía de nadie.
 
También habla Luis Herrero del Antonio periodista. Un periodista regeneracionista, con una idea de España y que luchaba a muerte por esa idea. Porque él criticaba la relación de amistad entre el político y el periodista, esa prensa babosa siempre al servicio del que manda. Retrata al hombre que se definía ante todo como un profesional de la radio. "La radio, decía Antonio, es sugerente, obliga a pensar y a imaginar, hace trabajar la cabeza. La televisión, en cambio, embota, atonta y predispone a consumir sin ningún ejercicio crítico cualquier cosa que te echen".
 
Son los años del Sindicato del Crimen. Cuando Juan Luis Cebrián define a un grupo de profesionales como Luis Herrero, Antonio Herrero, Federico Jiménez Losantos, Pedro J. Ramírez, José Luis Gutiérrez, etc. Como "Periodistas que chantajean, corrompen, mienten y delinquen". Es una época de grandes movimientos empresariales en el mundo de la comunicación que desembocan en el famoso antenicidio en 1992 y su entrada posterior en La COPE.
 
Y también los hechos que llevan a este grupo de profesionales a distanciarse del Gobierno Aznar, quien los consideraba como Los parientes pobres, en frase de Federico, hasta desembocar en la ya conocida cena de Luis y Federico en Moncloa la víspera de la muerte de Antonio, en que José María Aznar les anuncia la inminente salida de Antonio Herrero de la COPE y les pide implícitamente que le traicionen.
 
El autor, pese a la complicidad con Antonio, le conoce. Sabe de sus fortalezas y debilidades, de sus luces y sus sombras y en ningún momento trata de hacer un panegírico ni de sacralizarlo hasta el absurdo. Destaca eso sí, que su genialidad se derivaba de su osadía, del estímulo que le provocaba el peligro. Un hombre sin miedo, capaz de llevar una pistola y un rifle en su coche por si en algún momento ETA intentaba secuestrarle y tenía que enfrentarse a ellos.
 
Su gran cualidad, su independencia, no casarse con nadie, no cambiar para agradar.
 
Para Luis, no hay duda de que Antonio Herrero "ha sido el periodista más importante de la radio española de la democracia. Su voz fue una herramienta útil para llevar la esperanza a muchos ciudadanos. Un hombre lleno de contrastes, una fuerza de la naturaleza. Nunca le he visto rendirse. Antes la muerte que la derrota".
 
El capítulo del funeral y el accidente, que abre el libro, es el más estremecedor, por la suma de casualidades y absurdos que llevan a esa tragedia final y que Luis relata con una precisión y una maestría literaria impresionantes.
 
La intención del autor al escribir esta obra ha sido aportar lo que está en sus manos para que el espíritu de Antonio Herrero siga vivo entre las personas que lo apreciaron sin conocerle.
 
Y creo que con este libro, lo ha conseguido. Y como le escribe a Carola Lima, la madre de Antonio en la dedicatoria, esta es la biografía de un hombre de bien.

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