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Retrato de un guardia civil en el País Vasco: Soledad a la espera de volver a casa

"Estamos jodidos". La Guardia Civil no reprime su rabia e indignación ante el último atentado de ETA. "Era un padre, un trabajador" y murió por defender la libertad. Sin embargo, el vil asesinato de Juan Manuel Piñuel no deja de revelar la durísima vida con la que se encuentra la Benemérita en el País Vasco. La soledad con la que se tiene que enfrentar. Un agente del cuerpo en la zona retrata para Libertad Digital el día a día de un trabajo que te obliga a ocultar lo que eres y a qué te dedicas.

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"Estamos jodidos". La Guardia Civil no reprime su rabia e indignación ante el último atentado de ETA. "Era un padre, un trabajador" y murió por defender la libertad. Sin embargo, el vil asesinato de Juan Manuel Piñuel no deja de revelar la durísima vida con la que se encuentra la Benemérita en el País Vasco. La soledad con la que se tiene que enfrentar. Un agente del cuerpo en la zona retrata para Libertad Digital el día a día de un trabajo que te obliga a ocultar lo que eres y a qué te dedicas.
LD (Pablo Montesinos) Juan Manuel Piñuel sólo hacía dos meses que había partido al País Vasco. Su objetivo, sumar los puntos suficientes para volver a Málaga, con su mujer y su hijo de cinco años. "Venirse a Euskadi o Navarra es un atajo, el camino se hace más corto", destaca el secretario general de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) en la Comunidad Foral. "Cuando sales de la academia te mandan a un destino y vas haciendo antigüedad, el objetivo es vivir en nuestra tierra", apunta. Sin embargo, no todos los destinos son iguales: pasar tres o cuatro años en el País Vasco equivale al doble que en otra región. "Más corto pero mucho más inseguro", sentencia.
 
Sin embargo, cuando los agentes llegan a terreno hostil se dan cuenta de que los cuarteles de la Benemérita son viejos e inseguros. "Hemos mandado quejas a nuestros superiores, al ministerio del Interior" pero, de momento, las condiciones siguen sin ser apropiadas. "Todo eso es patente", resalta. La propia casa cuartel de Legutiano, donde ETA asesinó mediante coche bomba a Piñuel, no estaba en un emplazamiento seguro, según apuntan varios rotativos.
 
La soledad invade el día a día: "Desconfías, nos cuesta abrirnos"
 
La vida en una casa cuartel del País Vasco es complicada, mucho más en las pequeñas localidades. "En los pueblos el contacto con la población es menor, tienes mucho recelo, en ciertos ambientes no está bien visto el trato con los guardias civiles", nos cuenta nuestra fuente. Además, continúa, "a nosotros nos cuesta abrirnos, desconfías de la gente". Guardia alta en municipios donde, en algunos casos, todavía gobiernan siglas vinculadas a la propia banda asesina.
 
"La rutina para nosotros no existe", dice en otro momento de la conversación. Los agentes evitan hacer los mismos trayectos en coche, alteran sus horarios. Su vida nunca es igual, siempre está variando. Es por ello, destaca, por lo que muchos guardias civiles no se llevan consigo a sus familiares, como era el caso de Piñuel. "Tienen sus vidas hechas en sus lugares de origen y sus mujeres e hijos se quedan allí", afirma.
 
"Se preveía un nuevo atentado"
 
Sobre los ánimos del Cuerpo tras el último atentado de ETA, el secretario general de AUGC en Navarra sentencia: "estamos jodidos". Según explica, "se preveía un atentado de ETA" aunque, evidentemente, siempre es un enorme varapalo. Los niveles de alerta, como siempre, "altos".
 
En este sentido, mostró su "indignación" por la impunidad con la que los terroristas callejeros actúan en el País Vasco. "Entran por una puerta y salen por otra antes que los agentes", denuncia, en relación a las detenciones posteriores a las muchas manifestaciones radicales que se celebran en esta comunidad. "Rabia e indignación", insiste. Por ello, insta al Gobierno a la movilización de todos los mecanismos del Estado para la defensa de sus ciudadanos, un hecho que pasa por el endurecimiento de las penas. Y es que, recuerda, "están cometiendo un delito".
 
Éste es el retrato de un agente de la Guardia Civil en el País Vasco. Una vida complicada, muy dura, y sin ningún tipo de privilegios. En la mayoría de los casos, el trabajo se convierte en casi una tortura. Sin embargo, quienes allí nos protegen tienen claro el motivo de su dedicación: el servicio al bien común.

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