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Los españoles no se fían: la demanda de cajas de seguridad se dispara un 60%

Los españoles ya no se fían ni de la solvencia de los bancos y cajas de ahorros. La desconfianza en la política económica, con una tasa de paro en claro ascenso, unos precios desbocados y una deuda familiar en máximos históricos, junto con la crisis financiera desatada el pasado verano en EEUU (subprime) ha aumentado los temores de la población hasta el punto de que la demanda de cajas de seguridad se ha disparado un 60 %.

Los españoles ya no se fían ni de la solvencia de los bancos y cajas de ahorros. La desconfianza en la política económica, con una tasa de paro en claro ascenso, unos precios desbocados y una deuda familiar en máximos históricos, junto con la crisis financiera desatada el pasado verano en EEUU (subprime) ha aumentado los temores de la población hasta el punto de que la demanda de cajas de seguridad se ha disparado un 60 %.
LD (Lorenzo Ramírez) ¿Quién dijo que España no se vería afectada por la crisis financiera internacional? Una vez confirmadas las repercusiones que están teniendo las turbulencias generadas por las hipotecas de alto riesgo norteamericanas en la titulización de las entidades españolas, ahora se vislumbra un nuevo efecto: los españoles ya no confían en los depósitos bancarios y prefieren guardar su dinero, joyas, y otros bienes de gran valor en las cajas de seguridad de los bancos, o en su defecto, debajo del colchón.
 
Según confirmaron fuentes financieras a LD, la demanda de este tipo de "cofres secretos" se ha disparado un 60 por ciento desde el estallido de la crisis financiera –el pasado verano- y existen, incluso listas de espera en las oficinas de las entidades ubicadas en las grandes ciudades.
 
Existe overbooking en lo que a cajas de seguridad se refiere. Incluso los bancos están planteándose invertir en este negocio, ante el menor negocio en el segmento de préstamos derivado de la crisis crediticia.
 
Cerca del 95 por ciento de las 13.000 cajas de seguridad que existen, aproximadamente, en las entidades españolas, están ocupadas. Y no es que el precio de las mismas sea atractivo, ya que el coste anual se sitúa entre los 300 y 600 euros anuales, a los que hay que sumar el precio de cada visita (que oscila entre 3 y 6 euros), así como la contratación de un seguro y de un depósito inicial. El coste total ronda los 750 euros al año.
 
Y es que la denominada “guerra del pasivo” no está teniendo los resultados deseados, a tenor de los últimos datos publicados por la Asociación Española de Banca (AEB). En concreto, los depósitos de clientes crecieron un 7,1 por ciento al cierre del pasado mayo, lo que supone un incremento casi un tercio inferior al experimentado por estos productos de ahorro el pasado año.
 

 
Se da la curiosa circunstancia de que los depósitos crecen menos que los créditos, justo en un momento en el que los bancos y cajas de ahorros han endurecido notablemente la concesión de préstamos por los problemas de liquidez internacional. Los créditos crecieron un 11,9 por ciento hasta mayo. Con todo ello, el dinero depositado en los bancos alcanza los 617.308 millones de euros, según AEB.
 
Evitar robos, sortear la crisis financiera y esconder el dinero
 
La principal ventaja de las cajas de seguridad es que son totalmente reservadas y permiten guardar todo tipo de documentos y bienes sin ser declarados ni aportar información sobre ellos.
 
Estos factores convierten a estas cajas en la opción ideal si se quiere guardar dinero negro y otros ingresos opacos para mantenerlos lejos de las garras del Fisco. Por ello, las entidades financieras no son proclives a aportar información sobre este segmento de negocio.
 
Fuentes bancarias explicaron a LD que, incluso, “hay muchas personas que sacan el dinero de las cuentas en billetes de 500 euros para meterlos en las cajas de seguridad”, una práctica que podría obligar a Hacienda a poner el foco en este nicho de mercado.
 
De momento, las entidades se escudan en la discreción requerida “por motivos de seguridad” para salvaguardar el anonimato de sus clientes. Los datos del Banco de España revelan que el volumen de los billetes de 500 euros puestos en circulación se está reduciendo en los últimos meses al albor de la crisis en las ventas inmobiliarias.
 
 
Los depósitos no son atractivos...
 
Una de las razones que también explican este fenómeno es la escasa rentabilidad real de los depósitos. En muchos casos permiten lograr rentabilidades anuales superiores al 3 ó 4 por ciento (lo que supone una pérdida de valor si se tiene en cuenta la inflación, que alcanza ya el 5,3 por ciento, la tasa más alta desde diciembre de 1992).
 
Aunque con un exigente peaje: la contratación de otro producto, en ocasiones más complejo que el depósito correspondiente y con una mayor exigencia de permanencia.
 
De hecho, en muchas ocasiones tienen el inconveniente de que el cliente no llega a saber la rentabilidad final del conjunto del producto hasta que no llega la fecha de su vencimiento. Eso sin mencionar las comisiones.
 
... ni tampoco los fondos de inversión
 
Las otras vías que suelen utilizar las familias para salvar sus ahorros, los fondos de inversión y los planes de pensiones, tampoco son una buena opción en la actualidad. El mal momento que están pasando los mercados bursátiles ha provocado que ambos productos tampoco sean atractivos.
 
En concreto, según datos de la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones (Inverco), el patrimonio de fondos de inversión cayó un 4,8 por ciento al cierre del pasado junio, con un descenso del 3 por ciento en el número de partícipes. Y no es de extrañar, ya que la rentabilidad media anual de estos productos es negativa, del 3,33 por ciento. Sumando la inflación del citado mes (del 5 por ciento) la pérdida de valor alcanza el 8,33 por ciento.
 
Y en los planes de pensiones la rentabilidad es aún menor, con una tasa negativa del 5,29 por ciento en los últimos doce meses, según los datos de la patronal Inverco.
 

 
Inversiones alternativas
 
Más allá de los depósitos y de la Bolsa, existen otras opciones de inversión a las que cada vez se presta más atención en España. Son las denominadas inversiones alternativas, que incluyen la compra de obras de arte, joyas, sellos y hasta botellas de vino. Todos estos objetos, que alimentan los mercados de coleccionismo en todo el mundo, han adquirido una notable importancia en los últimos años.
 
Según indica el servicio de estudios del banco de inversión Merril Lynchel porcentaje de activos que los particulares con patrimonios elevados destinan a estos productos alternativos alcanzó el pasado año el 15 por ciento del total de las inversiones, frente al 5 por ciento de hace una década.
 
No obstante, una de las principales peculiaridades que deben conocer los inversores es que algunas de las empresas que promocionan estas inversiones no están reguladas por el Banco de España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) o el Ministerio de Economía, como sí ocurre con los productos financieros tradicionales.
 
Activos con poca liquidez
 
Por lo tanto,  tal como recuerda la revista Consumer, antes de acometer una inversión de este tipo “conviene tener referencias de la empresa que la ofrece y sus previsiones de rentabilidad”. Además, es importante afrontar este tipo de inversiones con un horizonte temporal de largo plazo.
 
Otro de los riesgos a tener en cuenta es que no son activos tan líquidos como los financieros, de forma que su venta se puede complicar y alargar en el tiempo, algo muy contraproducente cuando el objetivo que se persigue es convertir la inversión en dinero contante y sonante.

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