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Los embargos hipotecarios se disparan un 60 por ciento en España

Las familias españolas están con el agua al cuello. Algunas recurren a Caritas para poder hacer frente a sus deudas y otras venden sus coches usados, mientras que las entidades financieras temen la evolución de su gestión de cobros en los próximos meses como consecuencia de la crisis económica. La escalada del Euribor, en máximos históricos, y el aumento del desempleo, han elevado un 65 por ciento los embargos hipotecarios y se espera una nueva oleada de ejecuciones a partir de septiembre.


Las familias españolas están con el agua al cuello. Algunas recurren a Caritas para poder hacer frente a sus deudas y otras venden sus coches usados, mientras que las entidades financieras temen la evolución de su gestión de cobros en los próximos meses como consecuencia de la crisis económica. La escalada del Euribor, en máximos históricos, y el aumento del desempleo, han elevado un 65 por ciento los embargos hipotecarios y se espera una nueva oleada de ejecuciones a partir de septiembre.
LD (Lorenzo Ramírez) Corren malos tiempos para las economías familiares. La terrible combinación de estancamiento económico con subidas de precios (estanflación), el aumento de la tasa de paro y la crisis de liquidez internacional han dado la puntilla a la expansión crediticia generada en España al albor de los bajos tipos de interés en los últimos años. El patrón de crecimiento demasiado dependiente del sector constructor y un sector inmobiliario que ha sido la punta de lanza del boom del ladrillo de la segunda mitad de los años noventa.
 
Pero ahora, en un entorno internacional que presenta serias dificultades en cuanto a disposición de crédito y crecimiento productivo, las tornas han cambiado. Sin préstamos no se genera nuevo dinero y la reciente evolución alcista del tipo de interés al que se referencian la mayoría de las hipotecas en España –el Euribor- ha terminado de hundir la capacidad financiera de las familias, que tenían en los activos inmobiliarios su principal fundamento inversor a largo plazo.
 
La morosidad en las entidades financieras sube como la espuma, más rápido de lo que bancos y cajas de ahorros estimaban a principio del año. Entre enero y junio se contabilizaron más de 31.000 millones de euros en impagos, que representan el 1,61 por ciento del total de dinero prestado por las entidades, el doble que en la primera mitad de 2007.
 
La morosidad no es peligrosa todavía
 
Aunque esta tasa no es alarmante para el sistema –en el resto de socios comunitarios la media de morosidad es más del doble- sí tiene repercusiones negativas para familias y entidades –especialmente para los bancos y cajas medianas y pequeñas.
 
De hecho, los embargos por impagos de hipotecas se han disparado un 65 por ciento en lo que va de año, frente al repunte del 50 por ciento contabilizado en 2007, según explicó a LD el vicepresidente de la Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros (Adicae), Fernando Herrero.
 
Herrero admite las dificultades que representa el cálculo de las ejecuciones hipotecarias en España, ya que “ni el Instituto Nacional de Estadística (INE), ni las entidades financieras, ni sus patronales empresariales los ofrecen”. Por ello, Adicae recoge los procesos judiciales de una mayoría de las provincias españolas para tomar el pulso al mercado y conocer a cuantas familias se les embarga la casa por falta de pago. A su juicio es la mejor forma de acercarse a este terreno tan pantanoso en la estadística oficial.
 
El vicepresidente de Adicae cree que la situación se agravará en los próximos meses, ya que “muchos hipotecados han dejado de pagar ya dos cuotas”, lo que les sitúa al límite del embargo. A partir del tercer impago se pasa a engrosar la partida de “créditos de dudoso cobro” en los balances de las entidades financieras.

 
No se venden viviendas
 
Además de las fatales consecuencias que tiene el aumento de las ejecuciones para los hogares –con un mayor riesgo de exclusión social- las entidades financieras tampoco pueden estar tranquilas, especialmente aquellas que lideren el proceso de expansión crediticia de los últimos años basado en el mercado inmobiliario y que no dispongan de los suficientes fondos propios para hacer frente a los impagos de sus clientes.
 
Cuando la actividad del ladrillo estaba en su época de vacas gordas, las ejecuciones hipotecarias no suponían grandes problemas para los bancos y cajas de ahorros, pero ahora es distinto, ya que es muy difícil vender los inmuebles embargados. Las operaciones de compraventa se han hundido en 2008.
 
El propio Ministerio de la Vivienda publicó a últimos de junio estadísticas de transacciones que reflejan que la venta de casas bajó un 31,8 por ciento en el primer trimestre de este año con respecto al mismo cuarto de 2007. En vivienda nueva, el descenso fue del 12,9 por ciento y en usada, el descenso es del 47 por ciento.
 
Los pisos ¿nunca bajan?
 
Además, los precios registran caídas por primera vez en la última década, algo que, según afirmaban muchos expertos el pasado año, no podía ocurrir. Las compras de viviendas por parte de las familias como inversión, no para uso propio, partían precisamente de esta creencia popular. Entonces, el endeudamiento no importaba, porque se suponía que los precios de bienes como el suelo, las viviendas y otras edificaciones siempre subirían.
 
Además, se pensaba que los tipos de interés siempre serían lo suficientemente bajos (el fracaso de la contratación de hipotecas a tipo fijo y la práctica inexistencia de interés de los clientes por los seguros que cubren la subida del precio del euro así lo revelan), por lo que el crédito siempre sería abundante y habría demanda para todo piso que se construyera. Este castillo de naipes estaba fijado en la base que otorgaba la positiva evolución del mercado de trabajo y el dinero barato y fácil.
 
La crisis de las hipotecas “basura” en EEUU (subprime) y las malas perspectivas de empleo –con una tasa de paro del 12,4 por ciento prevista por el Gobierno para 2009- han hundido este sistema. La única opción para darle la vuelta a esta tendencia sería una bajada de los tipos de interés, algo improbable si se tiene en cuenta que la inflación en la UE duplica el objetivo fijado por el Banco Central Europeo (BCE). Y el organismo que dirige Jean-Claude Trichet tiene como misión vigilar los precios, no abaratar los créditos.
 

 
Vuelve el cobrador del frac
 
Ante este panorama, las empresas cobradoras de morosos están ampliando sus plantillas para hacer frente a un incremento de la demanda de sus servicios del 30 por ciento, como consecuencia del aumento de los impagos, según fuentes de las compañías del sector. La construcción es la actividad “estrella” de estas empresas que persiguen a los deudores, como en aquellos tiempos en los que ver al cobrador del Frac seguir a los morosos no era algo extraño.
 
El propio director del departamento internacional de la compañía “El cobrador del Frac” admite este aumento de la demanda de los servicios de su empresa y admite la influencia de la explosión de la burbuja inmobiliaria en el aumento de los impagos.
 
Y es que, a pesar del aumento de la dudosidad hipotecaria, los españoles prefieren dejar de pagar cualquier otro crédito que el recibido para comprar sus viviendas. Por ello, ante mayores dificultades en el abono de la cuota hipotecaria se disparan los impagos en otros sectores.
 
Se duplica la deuda de los hogares
 
Los datos agregados de la estructura financiera de las familias son escalofriantes, por más que haya aumentado espectacularmente su riqueza neta, hasta superar el 500 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB). Dado que esa riqueza está determinada por el valor del mercado de las viviendas en cada momento, han creído que podrían endeudarse mucho más allá de lo razonable.
 
Ahora se encuentran con que su patrimonio neto puede haber descendido hasta un 350 por ciento del PIB por las bajadas de precios de sus inmuebles en términos agregados, pero su deuda ha pasado del 40 al 80 por ciento del PIB, y sobre ella tiene que pagar intereses mucho más altos que hace un par de años. Cuando se compra una casa se paga 2,5 veces el valor de la misma, es decir, que más del doble de lo abonado son intereses.
 

 
 
 

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