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Guillermo Dupuy

El bueno de Patxi y la cruel de Cospedal

Por lo visto, al bueno de Patxi la vida se le ha tornado insoportable desde que la secretaria general del PP, en un innegable y cruel exceso verbal, propio de la derecha más extrema, le ha llamado nada menos que "ingrato" y "desagradecido". Como lo oyen.

Fuentes de toda solvencia me aseguran que Patxi López piensa dimitir esta misma semana como lehendakari, abandonar la vida política y abrazar la vida monástica. Por lo visto, la vida se le ha tornado insoportable desde que la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, en un innegable y cruel exceso verbal, propio de la derecha más extrema, le ha llamado nada menos que "ingrato" y "desagradecido". Como lo oyen.

No seré yo quien niegue que, durante el proceso oficial de paz entre PSOE y ETA, el bueno de Patxi hizo y dijo cosas que hicieron helar la sangre a la madre del asesinado Joseba Pagazartundua. Es cierto que, concluida supuestamente esa "paz sucia" con la banda terrorista, el bueno de Patxi volvió a reivindicar en su discurso de investidura esa conocida fórmula con la que tantos políticos han maquillado sus ofertas de impunidad a la organización terrorista: "una paz con generosidad, pero sin precio político". Es cierto también que al día siguiente, además de reiterar que tenía al PNV en "alta consideración", López manifestó, respecto al diálogo con ETA, que "la paz es el objetivo, y si tengo que arriesgar, arriesgaré".

También reconozco que, más recientemente, el bueno de Patxi ha salido en defensa de Eguiguren frente a las críticas que desató el confeso compadreo del presidente del PSE con uno de los terroristas más sanguinarios y –supuestamente– más buscados de ETA, como Josu Ternera. Es cierto, así mismo, que los socialistas vascos, con López a la cabeza, se han alineado, pública y abiertamente, con los magistrados del Constitucional favorables a la legalización de los apenas maquillados proetarras de Sortu. Es clamorosamente cierta, finalmente, la pasividad de la Ertzaintza bajo su mando ante el repugnante y delictivo homenaje al terrorista Gatza celebrado el pasado sábado en Amorebieta.

Sin embargo, ninguno de los anteriores deslices del bueno de Patxi, por ciertos que sean, justifican descalificativos tan crueles y desproporcionados como los que Cospedal ha dirigido contra ese espíritu sensible y bueno que ocupa la presidencia del Gobierno vasco: no contenta con llamarle "ingrato", le ha llamado también "desagradecido". Tras semejante puñalada dialéctica, no hay que extrañarse de que la herida de López siga abierta por mucho que Cospedal haya querido reconciliarse, a renglón seguido, afirmando que "el PP ha apoyado su Gobierno y seguiremos apoyando cualquier Gobierno que defienda la libertad".

Sí claro, ahora intenta arreglarlo. El caso es que, en lugar de estar agradecida por que los socialistas vascos permitan al PP dar apoyos a un Gobierno que, como ella misma reconoce, "defiende la libertad", Cospedal aun se permite ponerle "peros" al lehendakari y llamarle "desagradecido". Si de verdad Cospedal quiere arreglarlo, si de verdad nos quiere convencer de que no pertenece a esa derecha extrema, si de verdad nos quiere dar pruebas de que el PP es digno de apoyar un Gobierno como el de Patxi López, que haga suya las palabras que este domingo Zapatero ha dirigido al mismísimo Eguiguren: "Vamos a defender a todos los compañeros que han trabajado y están trabajando por la paz, Jesús, que lo sepas". En el pecado tendrá Cospedal su penitencia y el bueno de Patxi su consuelo.

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