Es bueno que los dirigentes del gobierno y de la oposición estén de acuerdo en los grandes asuntos de Estado -cómo luchar contra ETA, qué actitud mantener ante la ampliación de la UE- y es también bueno que se “zumben” y se “arreen” cuando se trata de determinar cómo afrontar los problemas de la ciudadanía. De manera que si hemos visto a Zapatero apoyando la política anti-ETA de Aznar, también estamos viendo cómo el líder socialista discrepa de cómo Aznar y Rato tratan de aplacar a los agricultores, pescadores y transportistas encolerizados por causa de los precios de los crudos. Zapatero quiere que el Estado, sencillamente, recaude un poco menos impuestos. Rato ya ha anticipado lo que tal vez dirá el miércoles Aznar, en el primer pleno de control del Gobierno de la temporada. En el Congreso: que lo que procede es que consumamos un poco menos gasolinas y gasóleos. Que ahorremos en este capítulo de gastos fijos. ¡Cómo si eso fuera tan fácil de hacer como de decir...!
También podemos observar si Aznar separa sus alegatos de los de su presunto candidato favorito, ahora que se insiste en que el presidente no está nada convencido -cada vez menos- de que Rato sea su más adecuado sucesor. La sorpresa no será tanta que Aznar recomiende y acepte las formulaciones de su adversario Zapatero.
El primer choque
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