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A río revuelto

Las manifestaciones de protesta de los campesinos y transportistas han dado comienzo, en Mérida y Barcelona, con la amplia paralización de actividades. La serie de protestas puede continuar, y así será si antes el Gobierno no termina de convencer a cada organización o agrupación de industriales en estado de cólera.

Las marchas de protesta, finalmente, podrían cerrarlas miles de consumidores, hasta cuarenta millones de ciudadanos, aproximadamente, no menos airados y cabreados por unas cuantas razones: porque también ellos llevan pagando el sobrecoste de sus gasolinas, con las que acceden al trabajo de cada día, y nadie les ha compensando el gasto. Porque han comprobado que los gremios más afectados han comenzado a repercutir en ellos sus sobregastos, elevando productos agrarios y servicios de transporte. Porque han tenido que soportar estoicamente y sin (apenas) rechistar la incomodidad de las manifestaciones ajenas, que han hecho imposible la circulación ya de por sí complicada en las grandes y pequeñas ciudades...

Podríamos ir elaborando la pancarta final de esa gran marcha con la que puede concluir el siglo XX y el vigente año 2000, para redondearlo todo: ¿Contra los jeques productores, los intermediarios, los distribuidores, los especuladores, quienes acopian por si acaso, los que siempre ganan a río revuelto, los políticos faltos de suficiente sensibilidad social, los opositores hábiles...?

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