El lehendakari y su partido lo han intentado pero no lo han conseguido. El pasado viernes, el gobierno vasco recurrió a una infantil maniobra dilatoria para retrasar el debate de las mociones de censura presentadas. Ibarretxe ordenó a su vicepresidenta presentar en el registro de la Cámara una petición de comparecencia ante el Pleno para debatir tres compromisos que ya sabe derrotados de antemano. Ibarretxe ha demostrado con ello no sólo su capacidad para el masoquismo, sino también el desconocimiento más absoluto del Reglamento. El Reglamento del Parlamento vasco no prevé comparecencias en Pleno y, menos aún, que éstas sirvan para abrir debates y plantear votaciones.
La Junta de Portavoces celebrada este martes ha venido a poner las cosas en su sitio a pesar de los desesperados intentos del PNV y de EA por defender los intereses del lehendakari. Así se ha decidido finalmente que Ibarretxe se someta el próximo jueves a las mociones de censura, aplazando sine die el esperpento de debate planteado en el debate de Política General. Tras la victoria pírrica del lehendakari, pues ya sabemos que aunque ganemos la moción no obtendremos los treinta y ocho votos necesarios para que prospere, Ibarretxe podrá hacer lo que mejor le parezca.
En cualquier caso no le arriendo la ganancia. Si no disuelve resultará un lehendakari patético incapaz de gobernar y si disuelve es muy probable que nunca más vuelva a ser lehendakari. No obstante haría mal Ibarretxe en reprochar su futuro a la conducta de la oposición. Ibarretxe es víctima de las apuestas de su partido y de sus propios errores. Quien pactó su investidura con los cómplices de ETA no podía esperar un final muy diferente al que se ha encontrado.
Carlos María de Urquijo es portavoz adjunto del PP en el Parlamento vasco.

Maniobra dilatoria
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