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Enrique de Diego

Políticos constitucionalistas y banda nacionalista

El comando instalado de forma estable en Cataluña no pertenece, por sus terribles indicios, a la “nueva Eta” sino a la Eta de siempre. Espacia sus atentados, recolecta información y no deja huellas. De los tres supuestos terroristas, Interior piensa que dos son “históricos”. En lo que coinciden todos los terroristas es en centrar sus objetivos en políticos constitucionalistas. En el caso de Cataluña de manera exclusiva porque con Francisco Cano son tres los asesinados. Esas eran también las órdenes del etarra detenido en Pamplona cuando se disponía a cometer uno de los siete asesinatos ordenados por García Gaztelu, el matarife directo de Miguel Ángel Blanco y quien da actualmente las órdenes en la banda nacionalista.

En una autonomía donde el PP es un partido minoritario, mantiene su esquema de amedrantamiento contra los constitucionalistas. ¿Aprovecha para su infraestructura las conexiones con grupos radicales del nacionalismo catalán, tan intensas en momentos como las elecciones europeas? ¿Trata de beneficiar mediante esa estrategia del miedo indirectamente al nacionalismo catalán? Lo que parece claro es que ni la delegada del Gobierno en Cataluña ni el gobierno de la Generalitat han tomado medidas especiales de protección a los cargos del PP y del PSOE. No da la impresión de que los mandos policiales hayan sido conscientes de que la presión de la ofensiva terrorista se ha trasladado a Cataluña –y a Madrid- mientras se intentan recomponer comandos en el País Vasco.

El gesto de que los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, en virtud del pacto firmen un comunicado conjunto de condena puede ser ilustrativo, pero no cabe olvidar que ese pacto ha de tener especial virtualidad en el País Vasco. El resto no es literatura, pero casi. Eso exige que el pacto para ser eficaz sea la base de una nueva ofensiva de deterioro del lehendakari Ibarretxe –tan apegado a la poltrona y al presupuesto, mientras su jefe Arzalluz se despendola por el estricto nazismo étnico- y de intensificación en el Parlamento vasco de las actuaciones conjuntas que lleven al adelanto de las elecciones, ante el manifiesto fracaso del nacionalismo y del acuerdo del PNV con Eta, con la misma que ha matado a un demócrata, modesto trabajador. El terrorismo nacionalista ha vuelto a sacudir el árbol y la nuez caída ha sido Francisco Cano. Era uno de esos “emigrantes” en su propia nación a los que el zoológico Arzalluz negaría el voto. La banda nacionalista Eta le ha negado la vida.

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