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Julio Cirino

Tres estrategias y una incógnita

Después de casi una semana de reuniones de diversos niveles, el viernes, con la participación de los seis presidentes del Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay mas Chile y Bolivia como observadores) se definió el tono del cierre de la XIX reunión del bloque.

La crítica al proteccionismo de Estados Unidos compitió por el primer puesto con las ironías de Brasil apuntadas al presidente chileno Ricardo Lagos. Pero parece que disparar contra la política comercial norteamericana ha sido la estrategia seguida, en parte, por todos los participantes. El encontrar una especie de “adversario común” obró como catalizador para bajar el tono a las diferencias que se generaron como consecuencia de la determinación chilena de iniciar conversaciones bilaterales con Estados Unidos.

Fue el presidente de Brasil, Fernando Enrique Cardoso quien tomó el liderazgo señalando entre otras cosas: “... Nosotros no tenemos que andar pidiendo por favor para participar del Área de Libre Comercio de las Américas. No hay que ser tan colonialistas de andar pidiendo por favor. Esto no es una cuestión de favores, es una cuestión de negocios... Los Estados Unidos hoy aplican procesos antidumping, barreras arancelarias y para-arancelarias contra decenas de productos en toda América Latina. Todos sabemos que el Congreso norteamericano es de los mas proteccionistas que hay en el mundo y el lobby de ellos es fuertísimo...”

Otro tópico que mereció la crítica del presidente Cardoso fue la ley calificada de “absurda” que prevé que las industrias que presenten recursos antidumping se queden con parte de los beneficios económicos que puedan surgir del pleito. “Ya se imaginan la cantidad de recursos antidumping que van a surgir contra nuestros productos gracias a esa ley...?”

El presidente de Chile, por su parte, reivindicó una estrategia dual, ya que por un lado reafirmó la voluntad de su país de firmar un acuerdo de libre comercio con EE.UU. y en medio de un acalorado intercambio con su colega de Brasil (por primera vez transmitido en directo a la sala de periodistas) marcó la independencia que su país quiere ejercer señalando que “...el Mercosur no puede imponer a Chile una agenda de con quien negociar. Nuestro país no esta dispuesto a perder su autonomía...”

Pero acto seguido remarcaría que la negociación no era para incorporarse al acuerdo NAFTA (EE.UU, México y Canadá) lo que sería incompatible con la intención de devenir miembros plenos del Mercosur.

Finalmente Lagos acusó al Mercosur de no registrar las diferentes realidades de cada país aprovechando para deslizar su conformidad con los acuerdos macroeconómicos alcanzados que van a “evitar futuras sorpresas como devaluaciones...” Cardoso no dejó pasar el comentario y puso en duda que Brasil pudiera cumplir sus objetivos por lo difícil que le será negociar solo con los Estados Unidos.

Brasil muestra así una estrategia multidimensional; para sus socios del Mercosur, no solo reafirma su pretensión de liderazgo (aceptada mas o menos implícitamente) y marca su total oposición a que algún miembro (en particular Argentina) pudiera pensar en encarar negociaciones bilaterales con Estados Unidos; sino que también está tomando posiciones frente a la nueva administración en Washington y a las venideras negociaciones para el establecimiento del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) subrayando su papel de interlocutor privilegiado capaz de encaminar posturas regionales en uno u otro sentido.

Argentina tomó una actitud contemporizadora, en circunstancias difíciles. Por una parte el presidente Argentino no quiso sumarse a los reproches que Fernando E. Cardoso hacia a Ricardo Lagos, pero a su vez dejó claro que el Mercosur va a negociar en bloque frente a Estados Unidos y que no hay lugar para distanciarse de Brasil: “... el Mercosur fue el mejor mercado para las exportaciones de nuestros productos de mayor valor agregado...”

En este panorama, por ahora, Estados Unidos juega el papel de “estatua silente”; con una administración Clinton saliendo en un mes y con George W. Bush a 30 días de convertirse en el próximo presidente de los Estados Unidos es prácticamente imposible que se definan hoy posturas substantivas allí.

Además, poco y nada se sabe aún de la conformación de los diversos comités en el 107 Congreso de los Estados Unidos que inaugura también el 20 de enero próximo sus sesiones y que deberá conceder o no la autoridad “fast track” que el presidente requiere para encarar con éxito cualquier negociación futura.

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