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Federico Jiménez Losantos

6. La estrategia del PP después del Pacto

En una serie de siete artículos, el editor de Libertad Digital analiza elPacto por las libertades y contra el terrorismofirmado por el PP y el PSOE, respaldado ya por muchas fuerzas políticas o sociales y extraordinariamente bien acogido por la opinión pública, pero también esquinada y rabiosamente combatido por una parte de la izquierda y todo el nacionalismo. Del futuro del Pacto depende buena parte del futuro de España.

6. La estrategia del PP después del Pacto

Si el Pacto por las libertades y contra el terrorismo sigue adelante, señal de que funciona, habrá llegado para Aznar, con más razón que para González, el momento de “morir de éxito”. Porque el líder del PP no sólo habrá encauzado a la derecha por el camino de Cánovas, sino que habrá encontrado a su Sagasta. Tendrá entonces que decidir si realmente se retira o si se reserva, si trata de que su partido, con otro líder real, aunque no moral, gana las elecciones, o si él se queda como líder moral y real, permitiendo que Zapatero le suceda en la Moncloa para que la sucesión empiece y termine en Aznar. En cualquier caso, deberá designar a un sucesor o a una sucesora, bien con opciones de victoria, bien con todos los números para la lotería de la derrota.

Creíamos y así lo expusimos en Libertad Digital que era maligno y liberticida el secretismo sucesorio, entre faraónico y mexicano, que había anunciado Aznar para los próximos tres años. Por muchas razones de orden ético y político pero resumibles en dos: introducía un factor de despotismo indeseable que por desgracia ya apuntaba en la Presidencia del Gobierno; y, además, convertía al partido en rehén de quien no iba a representarlo en las urnas, abocándolo al desastre electoral. El director de “El Mundo”, con su “Carta de Navidad” en la Nochebuena del 2000, ha tratado de romper ese designio presidencial defendiendo la candidatura de Rodrigo Rato como candidato idóneo para competir con Zapatero por la Moncloa en 2004. Pero conviene recordar que Pedro Jota sólo ha planteado esa situación cuando ha creído que el Pacto ha ungido como candidato presidencial a Rodríguez Zapatero. Y candidato con demasiada ventaja sobre el del PP si Aznar no comienza ya a rodarlo como Presidente “in pectore”.

Es muy probable que Aznar tome este comienzo de la carrera presidencial como una típica manifestación de las prisas políticas del periodismo o como una forma de “tutelarlo” en sus decisiones, circunstancias ambas que le producen una mezcla de disgusto confesado y tal vez de inconfesable y ya injustificable humillación intelectual. Lo malo de vivir entre incienso es que se pierde de vista hasta el pebetero y después de su éxito en la prórroga de la convocatoria electoral hasta apurar los cuatro años completos, contra la opinión de todo el mundo, es muy capaz de insistir igualmente en demorar hasta la víspera del 2004 la designación de sucesor, dejando que los “delfines” se ahoguen en su ambición. La tentación es evidente pero esta vez la obstinación podría tener fatales consecuencias. Para el PP, sin duda, pero también para Aznar.

Porque todo lo que no sea preparar a su partido para después de su segundo período electoral le será cargado en el debe al Presidente del Gobierno. Y todo lo que no sea organizar la sucesión o, lo que es lo mismo, adelantarla con respecto a sus planes, es ya malo para el PP. Particularmente, creemos que tanto con su candidato designado como sin él, el proceso que debe seguir el PP es el de las “primarias” del PSOE, no importa cuál haya ha sido el resultado entre los socialistas. Si Zapatero se consolida será gracias a saber pegarse a la estela de Aznar, pero antes ha debido existir una cierta democracia interna en el PSOE para alcanzar el cargo de Secretario General por la legitimidad del voto y no del dedo de González y/o de Polanco. Si el PP realiza democráticamente la sucesión de Aznar su estrategia habrá sido un éxito.

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