El PSOE ha decidido votar en contra del Plan Hidrológico Nacional, lo que significa que sus diputados de la Comunidad Valenciana, Murcia y Almería tendrán que darle a la llave contra los intereses de los ciudadanos que les han votado. El Partido Popular votará a favor, lo que significa que el proyecto saldrá adelante aunque se está cobrando víctimas en Aragón. Mientras el perjuicio es más indefinible para Aragón, en el sentido de que se trata del aprovechamiento de excedentes, el beneficio es más constatable para las comunidades de la España seca.
Pero si una parte de España padece un déficit hídrico crónico, toda ella padece un déficit democrático en la representatividad por culpa de la fórmula de listas cerradas. Éstas colman la vanidad de los dirigentes, a quienes una buena colección de mediocres deben sus lentejas a cambio de sumisa disciplina, pero llevan a situaciones tan contradictorias como la que se escenificará con el Plan Hidrológico, en el que algunos diputados votarán directamente contra los intereses de sus electores para dar imagen de unidad. Algo así como la paz de los cementerios en términos de disciplina interna.
¿No sería lo lógico que los diputados socialistas, por ejemplo, de Murcia votaran a favor del Plan Hidrológico y los populares de Aragón lo hicieran en conciencia? Dado que no se trata de un proyecto ideológico --salvo en aspectos ecológicos--, sino básicamente de gestión o de intereses, ¿no va a ser la votación parlamentaria la ruptura última del mínimo de sentido de la representación de la circunscripción geográfica? ¡Lo que hay es una circunscripción única nacional elegida por las cúpulas de los partidos!
Luego, los diputados siempre se ponen de acuerdo en subirse los sueldos. Bueno, que se lo suban a los dirigentes, pero esa tropa de la llavecita está demasiado bien pagada para lo que hace.
Listas cerradas pasadas por agua
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