Después de tan lamentables escenas de violencia (la semana ha sido un cúmulo de indescriptibles sensaciones, por decirlo finamente) el macarra pegón, Carlos el gincho, hace nuevamente gala de su barata chulería y explica (por no decir que escupe) “me la trae al pairo, me la suda” (tuerzan ustedes el morro para pronunciar esta frase en ese lenguaje desgastado que usa el zagal). Lo que no sabe este mono es lo que nos suda a nosotros al verle tras sus gafas de malo (así se define este tipo siempre descamisado). Y hasta lo que le suda ya a Zeppelín, que después de que en la noche de autos se hizo la “longui” justificando lo injustificable, ahora saca un comunicado (de madrugada y casi furtivamente ¿será delito rectificar?) invitando a tan impresentable individuo a abandonar la Casa de los Horrores. Más vale tarde que nunca.
”A más, a más, asín, cariño mío...”
Con estas preciosas palabras contestó la mamá del impresentable gincho a la otra mamá afectada, la de Fayna c´est moi. Y es que no le suda ni el bigote cuando habla (y ya podría) a la mamá del monito castigador aunque su retoño se líe a palos e insultos con unos y otras. Justificó ésta las desatadas iras del mono que salió de sus entrañas (de casta le viene al galgo).
La madre de Fayna demostró ser (pese a sus nervios y su escueto español) toda una señora. Prefirió callar ante las arrabaleras formas de la otra progenitora.
Sombras en un cementerio
Tendremos que esperar a ver qué pasa con tan singular espacio después de este patinazo que la productora del horror camufló con idílicos juegos de almohadas, cortando diestramente las escenas más trágicas de una relación amor-odio entre los monitos más chelis que podría haber acabado en tragedia. Él es un macarra y ella una débil mente que se deja amedrentar.
Mientras, ajenas al devenir de esta loca vida en la Casa de los Horrores, Mari la potingues y Eva la suave se frotan las manos tras la preparada tumba del Gincho.
Los monos dulces
Nunca pensé que llegaría a tal convencimiento pero visto lo visto ahora resulta que Sabrina miraquesoyfina (cauta y sencilla), Ángel telojuropor snoopy (tierno y amigable) y Karola la grillo (sincera) se han convertido en tres idílicos amantes de la amistad y las libertades. No olvidemos a ese Fran el de los guarrillos que ha sabido acomodar su vida al horror para dejar en la audiencia una nota de color y la mejor sonrisa.
Cómo se viste la noche...
Si en la noche fatídica la Milá se vistió de azul pastel (como los querubines) para apaciguar malos rollos, ahora nos levantamos con la noticia de la salida del pegón, ya sea con invitación o con carácter de obligación. Y nos da igual el color del que se vista esta gata vieja que es la Milá.
Juzguen ustedes de quién es la mano de ébano que mece esta trágica cuna.

Gafas de malo y manos de ébano
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