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Enrique de Diego

Barbarie y necrofilia nacionalistas

En un instante, como la barbarie que no cesa, la comedia bufa que viene escenificando el nacionalismo en la campaña vasca se trueca en la tragedia habitual, y pone en evidencia, sobre la sangre y la vida de Manuel Giménez Abad, presidente del PP de Aragón, que en el País Vasco no es que no pase nada, como pretende Ibarretxe, aliado de Eta en estos tres últimos años, es que pasa demasiado. La construcción nacional muestra de nuevo la faz delirante del asesino, la voluntad genocida, pues en Giménez Abad se nos asesina a todos los constitucionalistas, a todos los no nacionalistas y se pone en el punto de mira nuestra libertad. Y la señora embarazada de los carteles de Eh, esa Euzkal Herria inventada por Sabin Arana, muestra que lleva en su seno la semilla del diablo: a un pistolero que se alimenta de la muerte, que quiere construir un mundo de cadáveres.

Y resuenan esas frases del cinismo abyecto como las de Juan María Atutxa cuando dice que no hay que “aniquilar” a Eta o cuando Juan José Ibarretxe dice que se quiere “aniquilar” al nacionalismo. ¡Dejen de manipular las palabras que se convierten en sarcasmos sobre el sufrimiento ajeno! Aquí la única que aniquila es Eta, y lo hace en nombre del nacionalismo, de las ideas comunes. ¿Qué esconde en su seno el nacionalismo para engendrar estos psicópatas capaces de matar a un buen hombre en paseo dominical junto a su hijo? El nacionalismo ha sido en el siglo XX la madre de todos los totalitarismos, de todos los genocidios, porque incuba en su seno la consideración tribal de que la especie humana se agota en los nacionalistas, y el resto de los humanos no tienen derechos fuera de la raza pura y el pueblo elegido del Rh. ¿Por qué no sale ahora en campaña y repite Arzalluz que nunca pedirá la disolución de Eta mientras haya uno de sus asesinos (él dice preso) en la cárcel? ¿Podrá entenderse que le han hecho caso cuando sugería que no mataran cocineros y apuntaran más arriba? ¿Entra el presidente del PP de Aragón en ese más arriba o no es suficientemente más arriba? ¿Volverá a decir que es Mayor Oreja quien se alegra de los atentados o que Eta y el PP se necesitan?

Nadie diaboliza al nacionalismo, es el nacionalismo el que se presenta con una vis diabólica en uno de sus sectores, en uno de los grupos sobre los que ha gobernado Ibarretxe. ¡Por supuesto que gobernó con Eta! ¡Por supuesto que firmaron acuerdos con los más sanguinarios! ¡Por supuesto que Ibarretxe gobernó con el voto de Josu Ternera! ¡Por supuesto que llevó a Josu Ternera a la comisión de Derechos Humanos! No se puede añadir al sufrimiento de tanta muerte, el añadido de tanta mentira nacionalista. ¿Tienen autoridad moral para condenar el asesinato los que han pactado con Eta, como Arzalluz, Ibarretxe y Madrazo? Para mí, ninguna.

El Papa acaba de pedir perdón en Atenas a la Iglesia ortodoxa rusa por los desmanes de los saqueos cruzados en Constantinopla. El PNV, Arzalluz e Ibarretxe, deberían perdir perdón por los crímenes que se cometen en nombre del nacionalismo. Por el de las cerca de mil víctimas. Por el de Manuel Giménez Abad.

Y cualquier votante de Eh es un cómplice moral del asesinato.

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