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Enrique de Diego

Responsabilidad política, no policial

El consejero de Interior del gobierno vasco, Javier Balza, a quien se supone en trance de abandonar el cargo, ha hecho un análisis policial cuanto menos curioso en el que descarga las responsabilidades políticas de la ineficacia hacia la loable actitud de los ertzainas concretas que mantuvieron el autocontrol en la toma de Bergara. Por supuesto, los policías autónomos hicieron bien en no utilizar armas de fuego en medio de una fiesta popular, cuando además se producían situaciones de histeria. Si la presencia de la Ertzaintza se reducía a seis efectivos contra cincuenta terroristas bien coordinados con tácticas de guerrilla urbana bastante hicieron con no ser incinerados.

Existe en el gobierno vasco la extraña propensión a desviar la atención hacia sus policías cuando el fallo es político, de fondo, de estrategia. Cuanto menos se pueden detectar los siguientes errores operativos:
a) ausencia de información respecto a los movimientos de los grupos de la kale borroka. El propio Consejero ha afirmado que hubo mayores medidas preventivas en otras localidades. La falta de información es fácilmente explicable por cuanto en la pasada legislatura se adoptó una posición de inhibición frente a quienes eran aliados en el Parlamento y sostén parlamentario;
b) incapacidad en la respuesta, pues no llegaron refuerzos adecuados para mantener el orden público y, por tanto, imprevisión en cuanto a la posibilidad de este tipo de actuaciones violentas, que además, en buena lógica policial, han de ser afrontadas por efectivos que no sean del lugar, sino “móviles”, para poder actuar sin miedo a ulteriores represalias;
c) falta, por el momento, de capacidad de investigación posterior, por lo que hasta ahora no se ha producido ninguna detención. Es un corolario lógico de lo primero: ausencia de información interna respecto a los grupos de la kale borroka, a los que se ha considerado epifenómeno del “conflicto político” y no delincuentes. Aquello de la “violencia de baja intensidad”.

Ibarretxe debería extraer lecciones prontas y adoptar medidas urgentes porque parece lógico esperar nuevas acciones de similar virulencia, toda vez que la toma de Bergara parece, al margen de otras cuestiones, un reto en toda regla contra el ejecutivo del PNV.

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