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Una historia de amor...

...escrita con lágrimas.

Si hasta ahora había llevado Kayet el mudito llorón la banda de Miss lágrima fácil, en la última expulsión le tocó el turno al telojuroporsnoopy, Ángel (esa otra parte de tan bella y singular parejita del love eterno). El angelito dio rienda suelta a sus lacrimales y se deshidrató hasta las ancas al saberse separado de su cielo. Kayet --invirtieron los papeles por una noche--se hizo el hombre y aguantó la hiel que le quemaba la garganta antes de abrazarse a Ángel mientras éste intentaba controlar el hipo, el temblor de sus rizadas pestañas y hasta las grietas que minaban su alma.

Salió Kayet de la Casa de los Horrores como un Don Juan (ellos de etiqueta, ellas de sirenas acristaladas) y empezó una noche de sorpresas, emociones y nuevas historias disfrazadas de naturalidad por una Milá que --envidiosa de tanto cambio-- se vistió de morado abandonando los sosos pasteles que se confunden con su rubio de 2x1.

"Ser gay no es un insulto"

Sentencia en el salón de Merche un Kayet con pajarita, bronceado a conciencia, radiante y guapo (como las novias). Y los organizadores del horror --que no escatiman en maldades-- nos regalan un plano del perfil del monito sensible con un superfondo con los pucheros de su Ángel. Todo un collage de sentimientos encontrados.

Y cierto es que ser gay no es un insulto, como no lo es ser blanco, o ruso o alto o luso... Pero tiene delito que la Milá (que tan liberal y moderna fue tantas veces) le pregunte a este mono acorralado y tembloroso: ¿qué hay de lo vuestro? Y recalque: os han llamado maricones... Lo hizo como quien no quiere la cosa --quizá de buena intención-- pero en su mente volvió a cruzarse esa barrita del share, que sube y baja al antojo de las paridas verbales de las estrellas televisivas.

Ya no nos importa si son gays o se lo hacen. Sólo nos queda una semana y un deseo: que Sabrina les robe el triunfo a Mari la potingues, a Fran el de los guarrillos y al nuevo llorón. Oro daría por ver el reencuentro de estos dos hombrecitos (Ángel y Kayet) jugando a la amistad sin barreras. Y es que la amistad, aunque la pinten de rosa, siempre será el mejor de los asideros.

Sorpresas te da la vida

Para animar a la concurrencia y a los entristecidos monitos por la marcha del todo corazón, la Milá y sus magníficos nos obsequiaron con cuatro sorpresitas. Una por mono. A Ángel le llevaron a su gemelo (no pudo tocarlo, sólo verlo), a Sabrina a su amiga del alma (tan sólo pudo escucharla y comprobar en foto que ahí estuvo), a Fran a su amigo el Muleto (la nueva estrella del star system) y a la Mari a sus 6 hermanas ("soy la chichi" dice una de ellas tras un espejo en el que se hizo la luz, y la Mari rompió a llorar con toda su alma).

Pan mulato

Junto a el Muleto agasajaron a Fran con jamón --no en vano él dijo que lo prefería a hablar con su madre (lo que hace el hambre)-- y éste metió un pan al horno para acompañar el manjar ibérico. El olvido convirtió un directo en una nube de humo y un pedazo de harina en una negra zumbona al son de un chachachá.

Antídotos para el mal del alma

Alguien dijo que las lágrimas purifican el alma. Si así es Ángel y Kayet serán para siempre almas puras tras esta historia de amores y penas que han vivido. Por cierto, le voy a mandar a mi prima Merche un frasquito de lágrimas para que las aplique a sus endurecidos ojos. Con un poco de suerte se esfuma la actriz y nos encontramos con la mujer.

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