En la desigual batalla por hospedar al mayor número de ricos y famosos, la Mallorca de los Borbones y los Banderas ha obtenido otra victoria sobre la precintada Marbella de los Gil y Gil al contar estos días con la presencia de la pérfida y dinástica Joan Collins. La victoria resulta aún mas contundente si tenemos en cuenta que Joan Collins, con sus joyas y pelucones, encaja mejor como personaje en el soleado geriátrico de Marbella, donde antaño pasaban sus vacaciones de verano folclóricas milenarias, aristócratas de estropajosa melena y crepusculares estrellas de cine. Al parecer, la asistencia sanitaria y la oferta de ocio que ofrece Mallorca a sus ilustres visitantes de la tercera edad son muy superiores en estos momentos a las de Marbella.
Publicadas en casi todos los diarios nacionales y regionales, como si se tratase de la visita oficial de un alto dignatario, las fotografías de Joan Collins a bordo del yate Gemini merecen ser comentadas por su engañosa apariencia. Camuflada detrás de una enormes gafas de sol y con una elegante gorra de capitán de yate que oculta más de un tercio de su cabeza, la señora Collins parece una cuarentona de buen ver, que bien podría ser la tercera o cuarta esposa de algún magnate (o mangante) de las finanzas o la promoción inmobiliaria. Sus 68 años también quedan disimulados por una estudiada pose en la que no hay asomo de arruga ni de mojama en suspensión. Sin necesidad de recurrir al maquillaje de mimo que utiliza Sara Montiel para quitarse un par de siglos en los reportajes exclusivos con su nuevo novio cubano, Joan Collins consigue borrar el paso de los años con cuatro detalles escenográficos y de vestuario. También tiene mérito que el imponente colágeno de sus labios y los retoques faciales no se resientan por los efectos de las altas temperaturas y de los rayos del sol. El secreto de la eterna juventud depende en gran medida de la adecuada elección del cirujano plástico o del embalsamador, como lo demuestra la espléndida senectud de Raquel Welch, Sofía Loren o la propia Joan Collins. Luego podrán decir todas ellas que se conservan tan bien porque sólo beben agua mineral del Mar Caspio, se alimentan de zanahorias vitaminadas y duermen catorce horas diarias. Argucias para ocultar los prodigios del bisturí.

Joan Collins se derrite al sol
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