La cuestión ahora estriba en determinar si en dos meses se puede saber la verdad, toda la verdad y sólo la verdad del caso Gescartera, asunto al que los medios informativos vienen prestando sus atenciones preferentes en los últimos dos meses, precisamente. ¿Dos meses bastarán para desenmascarar, desentrañar, desembrollar el lío de Antonio Camacho, los Giménez Reyna, los Morey y restantes pillos reunidos en esta descomunal estafa de dineros, probablemente sucios, encomendados a una lavandería de prestigiosos responsables? A la oposición le parece escaso tiempo, y le huele esta urgencia a deseos del gobierno de quitarse el muerto de encima lo más rápidamente posible, que bastante tabarra ha dado ya.
Por su parte, el correspondiente sumario judicial del caso está en fase de elaboración, y es probable que engorde mucho en poco tiempo, aunque sin el tope de tiempo de sus señorías los legisladores. Y de nuevo estaremos en el debate ya conocido: ¿qué papel tiene el Congreso y su comisión de investigación, con mayoría del PP, cuando la Audiencia Nacional y sus jueces ya están ocupados del asunto y sus pormenores?
La doble pesquisa
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