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Federico Jiménez Losantos

Contra el terrorismo, el tiempo se cuenta en vidas

Los abrumadores datos de que disponía la ONU sobre la estructura organizativa y financiera de Ben Laden mucho antes de la masacre del once de septiembre, pero que ni Estados Unidos ni la Unión Europea fueron capaces de utilizar eficazmente para perseguir esa organización criminal, muestran hasta qué punto los años desde la caída del Muro, y muy especialmente desde la Guerra del Golfo, han sido años perdidos en la lucha contra el terrorismo internacional. Ese tiempo desperdiciado ha costado ya miles de vidas y costará muchas más antes de recuperar la iniciativa frente a un fenómeno que no admite otro tratamiento que la represión implacable y permanente.

Ni la clase política ni los jueces europeos parecen haber entendido que esa ha sido siempre su obligación moral –inclumplida– pero que además esa es y será por mucho tiempo su principal tarea política. El comportamiento de Bélgica –archivo de siniestros disparates– en el caso de los terroristas islámicos detenidos en España a instancias suyas, y de los que al parecer se ha inhibido escandalosamente, muestra que hay estamentos completos a los que el fervor contra el terrorismo no les dura más de quince días. Pero si Bélgica es la caricatura, el resto de Europa, empezando por Francia, es la patética normalidad: nunca se puede contar con ella en serio para luchas contra el terrorismo; ni en España ni en Córcega. Tampoco en Toulouse. De creer a la prensa idiotizada, parece que el único peligro para Europa ligado al Islam se llama Berlusconi.

Por nuestra triste experiencia con ETA sabemos lo que cuesta recuperar el tiempo perdido por astucias de la banda, como la “tregua-trampa”, o por ineficacia de los jueces –Audiencia Nacional, Tribunal Supremo y Tribunal Constitucional han fallado sucesiva y escandalosamente– o por el desarme moral de la sociedad a través de unos medios de comunicación anegados por la demagogia y la desinformación. En ese sentido, la lucha contra el terrorismo islámico global todavía no ha comenzado. En Europa, al menos, el que vivimos sigue siendo un tiempo perdido que miles de inocentes pagarán.



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