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Federico Jiménez Losantos

El ventilador, de la basura a la fosa

El PP está tan eufórico con lo que considera victoria aplastante de Rato contra el PSOE en el Caso Gescartera que, con una escalofriante falta de sentido común, ha decidido pedir una comisión investigadora sobre la posible financiación ilegal del PSOE a través de cuentas suizas. Y el PSOE ha replicado, cómo no, pidiendo otra sobre los negocios privados de Rato y sobre el Caso Naseiro, que sin perjuicio de que efectivamente existiera una incipiente filesa aznarista llamada Futuro Financiero, fue una operación montada a través del juez Manglano para cargarse el liderazgo de Aznar cuando apenas se había asentado el frente del PP.

Lo del Caso Naseiro parece una vieja película de miedo desenterrada por el PSOE para compensar el uso que del Caso Filesa hizo Rato en el último debate parlamentario. Pero tanto la comisión sobre la financiación ilegal del PSOE en cuentas suizas, tal vez las “cifradas” del HSBC cuya aclaración pedíamos ayer en nuestro editorial, como la que debería averiguar la cuantía y naturaleza de los negocios del vicepresidente Económico nos parecen plausibles y las damos por bienvenidas si vienen a ser algo más que amenazas. Todo lo que sea arrojar luz sobre comportamientos irregulares, no digamos delictivos, de nuestros representantes políticos sólo puede mejorar la calidad de la democracia. Ahora bien, si los respectivos cadáveres financieros sólo se sacan del armario del rival para ponerles en marcha el ventilador informativo y atufar al respetable, mejor que nos mantengan en la ignorancia, sin necesidad de abonarnos al alipori, o vergüenza ajena. Lo malo de esta vergüenza es que también la pagamos todos.

Conviene detectar, sin embargo, los síntomas de crisis cuando se ventean en el horizonte. Y éste de poner el ventilador no sobre el estiércol sino directamente sobre la fosa común de los cadáveres de la financiación ilegal puede anunciar muchos episodios de terror, una temporada “gore” en la que la charcutería informativa sustituiría al montaje ideológico habitual. Conviene estar preparados, porque este tipo de estrategias carniceras suele salpicar a la primera fila, donde suelen colocar a los periodistas.

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