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Javier Rubio Navarro

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COMENTARIOS LIBERALES FEDERICO JIMENEZ LOSANTOS

Cumbre y charco

Aunque peruana, la última Cumbre Iberoamericana no ha alcanzado envergadura andina. Hasta ahora, ninguna ha podido salir de la ciénaga diplomática verbosa que prima lo tribal sobre las definiciones políticas y económicas, que no entra a debatir el tipo de instituciones deseables para el desarrollo de nuestros pueblos. Así es imposible trazar una línea de actuación coherente en lo que sea. No se puede complacer al mismo tiempo a democracias como España o Costa Rica y a Estados terroristas como Cuba, así que todo se va en parrafadas dignas del Festival de la OTI y en reflexiones propias de Alejandro Sanz o de Thalía, verdaderas deidades a las que rinde culto la iberotribu.

Pero esta vez la Cumbre tenía ante sí una tarea clara: definir una política común contra el terrorismo después del 11 de Septiembre. Dos elementos ayudaron al anfitrión, Alejandro Toledo, en su mejor actuación internacional: la ausencia mediovoluntaria de Fidel Castro, sentida como liberación por todos los asistentes, y, efecto de ella, el cerrado aplauso que dedicaron a Mario Vargas Llosa todos los dignatarios reunidos cuando dijo en su extraordinario discurso que era la primera vez que todos los gobernantes de los países iberoamericanos allí reunidos habían llegado al Poder mediante elecciones democráticas. Este sencillo dato apenas ha sido subrayado en los medios de comunicación, siempre obsesionados por las contorsiones y desplantes del Iberosaurio caribeño. Pero conviene insistir en lo que señaló Mario Vargas: era la primera vez que todos los dignatarios iberoamericanos reunidos eran democrátas, precisamente porque faltaba el totalitario, el padrino de todos los terrorismos revolucionarios que padece América desde hace más de cuarenta años. Ese discurso y las deferencias de Toledo con la oposición democrática cubana, representada por Montaner, hicieron de esa cumbre la más digna y respetable desde su fundación. Ya era hora.

Sin embargo, como “iberoamericano” y “coherente” parecen antónimos, tras esa resolución unánime contra el terrorismo, el mandatario más significado y más agasajado en Lima, el Rey de España, se encaminó a Colombia, pero no a animar al Gobierno y al ejército legítimos a reconquistar la parte de su territorio nacional ahora ocupada por los terroristas de las FARC y el ELN, no, sino a prestar un supuesto y equívoco apoyo al llamado proceso de paz, en rigor de rendición ante el terrorismo, del desdichado Pastrana. No fue exactamente así, pero así lo ha presentado TVE, tan sesgadamente procastrista y filoterrorista en ese asunto como la CNN, o más. Aclarémonos. ¿Estamos contra todos los terrorismos? Pues hasta nunca, Fidel Castro; Andrés Pastrana, piérdete.

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