Era una posibilidad que, quienes creemos en la alternativa al nacionalismo, no queríamos ver confirmada. Finalmente la noticia se ha precipitado. Nicolás Redondo ha tomado la decisión de abandonar , decisión que sin duda le honra por su falta de apego al cargo, pero que coloca al Partido Socialista de Euskadi en una muy complicada encrucijada.
Nicolás Redondo y Jaime Mayor encarnaron en el mes de Mayo un proyecto que desde el Estado de Derecho y la defensa de la vida y la libertad, pretendió convertirse en alternativa al nacionalismo. Este objetivo, ser alternativa al PNV y no su comparsa, ha sido el “pecado” que no le han perdonado a Redondo quienes ya antes de las elecciones, mostraron sus reticencias a compartir un proyecto de libertad para el País Vasco de la mano del Partido Popular. Tengo la absoluta seguridad de que, de haber ganado aquellas elecciones, quienes ahora han descabalgado a Nicolás Redondo habrían sido los primeros en cantar las excelencias del acuerdo y probablemente también, no habrían hecho ascos a ocupar algún cargo en el nuevo Gobierno. Por desgracia la política es así de traicionera.
Quisiera equivocarme pero mucho me temo que la construcción de una alternativa al nacionalismo gobernante se retrasa en el País Vasco con la dimisión de Redondo. Su retirada supone el triunfo de las tesis más acomodaticias dentro del PSE, las de aquellos que prefieren la comodidad del segundón que la tensión de disputar el título. Quizá quede muy bonito estéticamente aquello de “integrar sensibilidades”, eso de buscar el mínimo común denominador con el diferente, que es de lo que hablan quienes han provocado la dimisión de Redondo. Probablemente tengan razón, eso estaría muy bien pero en otras circunstancias, no en las actuales con un PNV corriendo desbocado en pos de la independencia sin importarle la fractura de la sociedad vasca.
En mi opinión, el País Vasco necesita de personas que prefieran la incomodidad, porque en la incomodidad vivimos muchos por la cesión permanente que los vascos y el conjunto de los españoles hemos otorgado al nacionalismo durante muchos años. La incomodidad del que no se resigna, del que no se pliega a aceptar una parcelita de poder a cambio de mirar para otro lado cuando se enfrenta de manera irremediable e inconsciente a una sociedad. En definitiva, la incomodidad de quien se planta ante un nacionalismo permanentemente insatisfecho y que ya ha fijado su objetivo para la presente Legislatura: La ruptura con España.
Lamentablemente, cuando se nos lanza un órdago a la grande a los partidos constitucionalistas, hay quienes en vez de aceptar el envite, se arrugan , quitan del medio al jugador más preparado y se lanzan a buscar el acuerdo con quienes, perdido el norte, nos llevan al precipicio.
En estos momentos en los que probablemente tenga Nicolás la sensación de haber fracasado, quisiera transmitirle que de ninguna manera es así. No hay fracaso cuando se trabaja desde los principios y las convicciones en vez de hacerlo desde la comodidad y el corto plazo. Quisiera agradecerle su contribución a la forja del sueño que fue la alternativa que populares y socialistas ofrecimos a los vascos en Mayo. Ese patrimonio nadie puede arrebatárselo. A pesar de todo, termino con un deseo. Ojalá que quien recoja el testigo al frente de la Secretaria General del Partido Socialista de Euskadi, sea consciente del trascendental papel que tienen la obligación de jugar, en el momento histórico que atravesamos, quienes creemos que el País Vasco no tiene futuro si no es dentro de la España constitucional.
Carlos Mª de Urquijo Valdivielso es Parlamentario Vasco del PP
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