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Federico Jiménez Losantos

Polanco, Rato y Mayor, con ETA al fondo

Rodrigo Rato aparece ante todo y ante todos como el responsable directo de presentarle a Aznar la integración de Telefónica en Sogecable como algo absolutamente indiscutible desde el punto de vista empresarial y que la Moncloa difícilmente podría discutir. Entre otras cosas, porque Alierta, después de la devastadora campaña de El Mundo contra su sobrino y otras cercanías, ya no confía en el Gobierno para defenderse, ni en lo personal ni en lo empresarial. Así las cosas, entre cerrar Vía Digital perdiendo dinero o cerrarla quedándose como accionista de un Sogecable de oro en barras, la elección estaba clara. Tan claro como que Rato, tras este inmenso favor a Polanco, podía contar con él para consolidarse como el favorito indiscutible en la sucesión de Aznar.

Pero si Rato ha atado bien la puesta en escena y los argumentos económico-institucionales a favor de la entronización de Polanco como el nuevo Hombre Fuerte de España en el post-aznarismo, hay algo en lo que quizá no ha pensado. O no ha querido pensar. Y es que una máquina de producir opinión tan aplastante y avasalladora como la que tendría Polanco después de su coronación como Emperador de Sogecable podría mediatizar la política del sucesor de Aznar en muchos aspectos que éste considera claves, y especialmente en el que más le preocupa: el terrorismo y el separatismo vascos. Si Polanco, con González y Cebrián como maquinistas, ha hecho descarrilar de hecho la política antiterrorista del Gobierno cargándose a Redondo Terreros y apartando al PSOE de la vía constitucional, ¿alguien piensa que el futuro inquilino de La Moncloa podría resistir –en una situación de tregua-trampa de ETA, referéndum del PNV y circo internacional– una campaña de opinión abrumadora a favor de la “negociación política del contencioso vasco”, de “firmar la paz”, de “evitar más muertes inútiles”, en una palabra, de rendirse a ETA?

Pues sí, hay alguien que piensa que el inquilino de la Moncloa debería resistir. Y, a ser posible, de impedir esa posibilidad antes de que se haga realidad. Se llama Jaime Mayor Oreja. Y parece que aún tiene alguna influencia en el Gobierno de España, o sea, en José María Aznar. Y sigue siendo el presidenciable favorito en todas las encuestas. Ese aspecto del monopolio recién nacido, de Sogecablestein, no lo ha citado nunca nadie, pero puede ser clave en el desarrollo de un proceso aún sin perfilar. Ni mucho menos.


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La revancha de Polanco
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