Este sábado, las calles de San Sebastián serán el escenario para una rebelión. Una rebelión pacífica, democrática y plena de razón. La rebelión de las víctimas. Viviremos momentos emocionantes porque recordaremos el camino iniciado aquellos días de julio en que el asesinato a cámara lenta de Miguel Ángel Blanco, hizo estallar, en una mayoría silente hasta entonces, una indignación que nos llevó a la calle. La calle, ese lugar que nunca se debió perder para la democracia vasca pero que, durante demasiados años, sólo ha sido transitada libremente por los asesinos, sus cómplices y por quienes eran políticamente correctos: los simpatizantes del régimen nacionalista.
Este sábado cubriremos otra etapa en el camino de esa meta que algunos nos regatean: la libertad que tan caro nos cuesta y por la que estamos dispuestos a asumir los riesgos que sean necesarios. Caminar por San Sebastián es una obligación ética de cualquier ciudadano que crea en la democracia. No hay excusa para quedarse en casa. Si nosotros, los que pensamos que el nacionalismo nos lleva al abismo, no hacemos nada para evitarlo terminaremos, sin duda, despeñándonos con ellos. Por eso hay que salir a la calle a decir alto y claro que somos vascos, que somos españoles, que somos demócratas y que tenemos todo el derecho a vivir en libertad y a no ser nacionalistas. ¿Es mucho pedir?
Estoy seguro del éxito. Hay una gran mayoría de vascos que, conscientes del momento histórico que vivimos, van a parar con decisión un proyecto de ruptura que solo va a traer desasosiego, inseguridad y exclusión para el conjunto de la sociedad vasca. Para todos, sí, porque aunque los nacionalistas no quieran reconocerlo, ellos también se verían afectados por sus ensoñaciones soberanistas si se llevaran a la práctica.
Curiosamente, paradojas de la vida, los que creemos en la Constitución y el Estatuto como punto de encuentro entre los vascos y el resto de los españoles vamos a ser quienes salvemos a los nacionalistas de ellos mismos. Les salvaremos y en vez de agradecérnoslo nos descalificarán. Les salvaremos del caos y, a pesar de ello, no nos acompañarán por las calles de San Sebastián.
Es verdad que nos gustaría sentirnos, no ya arropados, sino defendidos por el Gobierno Vasco, pero sabemos que demandarlo a Ibarretxe es inútil. El objetivo de este Gobierno, su prioridad, no es la libertad, es la independencia. Para este objetivo si que podemos contar con Ibarretxe. Disponemos de sesudos planes, con plazos incluidos, aderezados además con interminables rondas de conversaciones. Tanto plan, tanta ronda y tantos plazos impedirán al Lehendakari encontrar un hueco en su agenda para caminar con quienes no somos nacionalistas en defensa de la Constitución y el Estatuto al que le debe el cargo.
¡Una pena!, pero no por eso vamos a dejar de recordarle que aquí estamos, que, salvo que ETA altere nuestros planes, ni nos vamos, ni nos callamos y que, aunque él no lo necesite, también defenderemos su libertad. Por la Constitución, por el Estatuto y en contra del nacionalismo obligatorio, tenemos una cita en las calles de San Sebastián.
Carlos Mª de Urquijo Valdivielso es Parlamentario PP en el País Vasco.
