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La mudanza del señor Escarrer

El presidente de Sol Meliá, Gabriel Escarrer Juliá, ha dicho que es capaz de establecerse en Canarias si el PSOE y los insularistas vuelven a formar gobierno en Baleares después del 25 de mayo. La incomodidad del primer hotelero del país con las políticas fiscal y de promoción turística del Govern presidido por Francesc Antich ha dado lugar a distintas expresiones lapidarias como ésta. En Fitur 2002, coincidiendo con el anuncio de la aplicación de la ecotasa por Antich, el presidente de Sol Meliá pidió la desaparición de la Consellería de Turismo "por su ineficacia y porque el Govern desprecia a los turistas". Las organizaciones de empresarios atribuyen la pérdida de más de un millón de turistas alemanes, durante el pasado año, al impuesto ambientalista y a una política de promoción empeñada en reemplazar el modelo de sol y playa por una clientela europea más selecta, que, como señala la patronal, no daría para mantener ocupadas todas las plazas hoteleras y extrahoteleras de Baleares durante un mes. En junio del pasado año, después de la publicación en Stern de un artículo titulado "Mallorca nunca más", Escarrer dirigió una amarga epístola al presidente de la región, encabezada por el título: "¿A dónde vas, Antich? ¿A dónde nos llevas?". Está claro que entre el jefe de la quinta cadena hotelera de Europa, con una facturación que en 2000 alcanzó 148.000 millones de antiguas pesetas, y el presidente del Govern hay un desencuentro radical, cuyo último episodio es el incremento de la ecotasa en un 2,7 por ciento, seguido de la réplica de Escarrer advirtiendo con mudarse a "las afortunadas Canarias" si socialistas e insularistas vuelven a coaligarse para gobernar Baleares; algo que ya hicieron en 1999, a pesar de que la candidatura de Jaume Matas (PP) obtuvo un claro triunfo electoral y se quedó a sólo dos escaños de la mayoría.

No parece verosímil que Escarrer, mallorquín de pro, albergue serias intenciones de cambiar el Polígono Son Castelló, de Palma, por cualquier edificio de los núcleos comercial y financiero de Santa Cruz de Tenerife o Las Palmas de Gran Canaria. Pero, por si acaso llegan a nublarse del todo el sol y la playa baleares por el cantar o el cantazo de políticos obstinados e intervencionistas, arrecian chuzos fiscales de punta, y alemanes y británicos hacen las maletas en busca de destinos más cálidos y menos desapacibles, quizá le interese al señor Escarrer tener noticias frescas de las "afortunadas Canarias", antes de emprender la mudanza.

De entrada, lo tendrá muy difícil para establecerse, si prosperan las medidas restrictivas del derecho de libre circulación y de residencia que el Gobierno de Coalición Canaria se propone sacar adelante, si Dios no lo remedia el próximo 25 de mayo, ya que parece que el PP y Aznar, que pasó por Canarias el pasado sábado y está encantado del apoyo perruno que los cuatro diputados de CC en el Congreso le han estado prestando y le pueden prestar en futuros tiempos difíciles, no tiene la menor intención de impedirlo, de la única forma que sería posible hacerlo para que a Canarias llegase también un día la libertad, es decir, con un pacto de gobernación formado por PP y PSOE.

El presidente dijo en Las Palmas que los nacionalistas ya pueden perder toda esperanza de aplicar una Ley de Residencia específica en esta región y garantizó que "si un señor de Barcelona quiere ir a Canarias a pasear, a trabajar o a buscar novia, tanto como si un señor de Canarias quiere ir a Barcelona o a cualquier lugar de la Unión Europea" podrá hacerlo sin trabas de ninguna clase. Se ve que Aznar no manejó información actualizada del mecanismo legal que CC se dispone a utilizar para impedir la libre circulación de españoles y comunitarios, ya que los insularistas hace tiempo que han desechado una Ley de Residencia, que chocaría de frente con el Derecho primario nacional y de la UE. Román Rodríguez, presidente del Gobierno regional, se apresuró a desmontar el enfoque de Aznar y subrayó que en el Archipiélago canario no se conculca el derecho de libre circulación que consagran la Constitución y los tratados de la UE. En efecto, el veto a los foráneos no se impondrá mediante una prohibición directa, sino por medio de la técnica, mucho más sutil pero igualmente infranqueable, de la disuasión fiscal y patrimonial, mediante el cierre del mercado de segunda residencia o el establecimiento de nuevos impuestos sobre la adquisición de bienes patrimoniales. Por supuesto, ninguna de estas medidas podría aplicarse sólo a los "foráneos", lo cual significaría una discriminación incompatible con el ordenamiento jurídico, así que se aplicarán también a los residentes.

El señor Escarrer deberá también tener en cuenta, antes de embalar los bártulos, la última ocurrencia del Gobierno de Canarias: intervenir para frenar el crecimiento del empleo en determinados puntos del Archipiélago, porque ello "sólo atraerá a nuevos residentes". La idea está contenida en un informe oficial de la Consejería de Empleo, y aunque Aznar se confesó "pasmado" al tener noticia de la misma, el candidato de CC a la Presidencia, el insularista Adán Martín ( a quien acompaña un "prestigio" de planificador, hecho que habla por sí solo de la doctrina que está inspirando las políticas y la formación de la opinión en esta Comunidad) la ha defendido durante su campaña y se ha comprometido a llevarla a cabo si gobierna.

Por último, el presidente de Sol Meliá haría bien en pensárselo dos veces antes de trasladarse a las "afortunadas Canarias", donde desde este año rige una moratoria turística (exceptuable sólo a los proyectos que la arbitrariedad política catalogue como "de interés general") y otra de grandes superficies comerciales. Ésta cuestión, la del "antipático" comercio de grandes cadenas, se ha convertido en una de las grandes propuestas de los partidos políticos: no contentos con la Ley de Segunda Licencia recién aprobada, PSC y CC se han dedicado a competir por ver quién hace una próxima ley más prohibitiva para las grandes superficies y más restrictiva para la libertad de los consumidores, en nombre de los cuales, por supuesto, se hacen este tipo de leyes.

En resumidas cuentas, que el señor Escarrer haría bien en quedarse en Palma o en mudarse a cualquier lugar del planeta, excepto a las "afortunadas canarias". Además, ¿para qué iba a hacerlo, si una reciente visita a los nacionalistas baleares del vicepresidente de CC y ex secretario del Partido Comunista de Canarias, José Carlos Mauricio, promete todo un intercambio de políticas entre ambos archipiélagos españoles?


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